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1917

1917

Sam Mendes consigue construir un drama bélico épico alrededor de un concepto tan singular como cautivador.

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Pese a que en los últimos años se ha resentido la cadencia con la que aparecían títulos bélicos en las carteleras, no es una tendencia que haya espantado a los estudios a la hora de intentar ofrecer a sus audiencias interpretaciones frescas y novedosas sobre los distintos eventos históricos que, típicamente, se solían mostrar mediante arquetipos clásicos difuminados por las polvorientas lentes de la guerra. Estas adaptaciones suelen centrarse en temáticas tan peliculeras como el heroismo, la traición o la justicia, permitiendo que se desplieguen ante el telón de fondo de la vida, la muerte y la gloria. El año pasado tuvimos un ejemplo tan claro como Midway, que a su vez llegó un par de años después de la aclamada Dunkerque de Christopher Nolan.

Si bien ambas cintas impresionaron -sobre todo la de Nolan- a día de hoy se podrían considerar un calentamiento previo ante el último trabajo de Sam Mendes, director de la también elogiada 007: Skyfall. Porque 1917 es su visión increíblemente rompedora, magnífica y tremendamente personal de la Primera Guerra Mundial. Si aún no has ido a verla, seguro que has oído hablar de ella más allá de sus tráilers y anuncios publicitarios, pues (al igual que Birdman o God of War) se ha filmado para que parezca un único plano-secuencia sin interrupciones. Así, nunca nos separamos del lado de los dos personajes protagonistas enviados a una peligrosísima misión que podría salvar la vida de 1.600 soldados.

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La fecha es el 6 de abril de, cómo no, 1917, y estamos al norte de Francia. La histórica y cruel guerra de trincheras se está librando entre Alemania y las fuerzas aliadas británicas y galas, entre otras. Aquí, cada metro de tierra es zona de guerra. De repente, sin embargo, los germanos deciden replegar su primera línea varios kilómetros, lo que sorprende a unos ingleses que se lanzan a explotar la supuesta ventaja que se abre ante ellos. Esta aparente retirada se revela pronto como una trampa, y la única forma de que lo sepan los soldados del frente es mediante la llegada a tiempo de dos soldados, William Schofield y Tom Blake. Así comienza el largo y arduo viaje a través de los campos franceses, con el peligro acechando a cada paso.

Ese viaje en el que acompañamos a los protagonistas es más bien una carrera contrarreloj que rápidamente cobra un realismo y una inmersión tan creíbles como brutales, gracias principalmente a una cámara muy, muy cercana que casi nunca se separa de los hombros de nuestros dos héroes en su lucha por llegar a tiempo. Pero antes de incidir en el trabajo de grabación, lo primero es elogiar el enorme trabajo de los actores, George MacKay y Dean-Charles Chapman. Como rara es la vez que la cámara deja de apuntar a la pareja, la presión que soportan estos dos intérpretes relativamente jóvenes es inmensa, y aun así equilibran de forma magistral las necesidades del guion con una buena dosis de improvisación. Durante ciertas escenas, ocurren cosas que ni los guionistas ni los ilustradores de storyboards podrían haber previsto, y aun así MacKay y Chapman mantienen una interpretación fenomenal y una dedicación plena a sus papeles. MacKay, en particular, tiene un personaje muy exigente, pero su trabajo es digno de Oscar. Ambos se apoyan en Mark Strong, Andrew Scott, Colin Firth y Benedict Cumberbatch entre otros actores de reparto, y casi ninguno aparece en plano demasiado tiempo, pues la película está concebida alrededor de este viaje tan concentrado y personal a través del frente.

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Ante todo hay que advertir que, naturalmente, aunque dé la sensación de que toda la cinta se ha rodado en un mismo plano-secuencia sin cortes, todo se trata de una ilusión de Hollywood. El film enlaza una serie de secuencias largas y sin interrupciones para mantener la intensidad de cada escena de un modo escalofriante. Si te sentabas al borde del sofá viendo Dunkerque, la huida de una ciudad en ruinas de 1917 te hará que eches cuerpo a tierra con el peso de la tensión que Mendes es capaz de poner en la gran pantalla. El equipo de producción ha tenido que correr con la cámara de una forma más introspectiva, y queda claro que el camino estaba cuidadosamente planeado de principio a fin. Este impactante logro cinematográfico, en combinación con unas interpretaciones de primera, un precioso diseño de escenarios y un ritmo perfectamente ejecutado, hacen que 1917 resulte al final una vivencia casi mágica.

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Por mucho que la película emplee ese "truco" central, no llega a caer en territorio cliché. Mendes mantiene el foco personal todo el rato, y así, cuando algo magnífico ocurre en pantalla, todo resulta más natural pues la pareja sigue constantemente en el plano. La acción nunca parece artificial, nunca es algo inimaginable, sino que recrea un retrato extremadamente realista de la guerra, capturado con el tipo de lujo cinematográfico que sólo vemos cuando los mejores autores y directores dan lo mejor de sí. Mendes entiende que la proyección debe captar la atención del público e ir montando la intensidad, así que la cinta da pequeños pasos al principio y sigue poco a poco a partir de ahí, un trabajo que se ve respaldado en todo momento por la potente banda sonora de Thomas Newman.

El resultado es una obra maestra. De hecho, fue una de las mejores películas de todo 2019 y una de nuestras favoritas en Gamereactor para los próximos Oscars. Dudamos que se lleve todas las estatuillas que creemos que se merece, pero de lo que no tenemos dudas es de que es un film que hace avanzar al medio y que nos brinda una de las historias de guerra más personales del cine.

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10 Gamereactor España
10 / 10
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