Análisis de The Legend of Zelda: Twilight Princess HD

Cada juego de Zelda deja una huella distinta en los seguidores, pero creo que puedo asegurar sin miedo que Twilight Princess fue en 2006 una de las entregas más especiales de toda la serie (por razones como esta). Ahora, tanto para los que lo vivieron entonces y lo recuerdan con nostalgia, como para los que todavía no lo han disfrutado -y aquí se incluyen los 'pecadores' que sean fans de la franquicia y los amantes del género de aventuras en general- Nintendo lanza una versión remasterizada para Wii U. Y, tras haber vuelto a vivir, ahora en HD, sus 60 horas de juego, nos hemos quedado bastante satisfechos.

Twilight Princess HD es un 'remaster' ante todo consecuente. El trabajo de restauración sigue la línea impuesta anteriormente por Ocarina of Time 3D, Wind Waker HD y Majora's Mask 3D. Esto es, retoques discretos, mejoras en el control y la accesibilidad y algunos extras adicionales. La idea principal es que se vea y se juegue mejor aprovechando el hardware moderno, pero en ningún momento alterar demasiado el resultado visual o las mecánicas de juego: tiene que ser la experiencia que muchos recuerdan, pero más fina y amable.

En este sentido es normal que algunos fans pidieran una revolución audiovisual o grandes novedades en el contenido, pero, una vez más, estamos ante una remasterización y no ante un remake. Con un clásico siempre se puede hacer más o hacerlo distinto, pero lo que hay que mirar aquí es si el trabajo realizado consigue lo que decíamos en el párrafo anterior sin perder ni un ápice del sabor original, y en eso Twilight Princess HD está a la altura.

De hecho, diríamos que, aunque no lo parezca, de los cuatro Zelda 3D remasterizados en la última década, este es probablemente el más elaborado. En cuestiones de control e interfaz el juego implementa con acierto todo lo aprendido con los tres títulos mencionados más arriba (segunda pantalla, opciones táctiles, control por movimiento, inventario y menús accesibles), y luego en el apartado visual ha tenido detrás un trabajo aún más concienzudo, pues el redibujado de texturas ha sido -dadas las características técnicas y artísticas del original- mucho más extenso que en un Wind Waker de dibujos animados o en una pareja Ocarina-Majora que pasaba de Nintendo 64 a portátil. Aquí se puede apreciar el gran cuidado en la ilustración de texturas en casi cada rincón, lo que, sumado a la mayor riqueza en colores e iluminación y a la ausencia de dientes de sierra, conforma un conjunto visual muy decente para una pantalla grande hoy en día, pero que deja ver cómo se hizo el juego original en cuanto a modelado, animación y recursos artísticos.

Por lo tanto, corroboramos todo lo que augurábamos con nuestras impresiones iniciales cuando enumerábamos las novedades de esta versión: los cambios son acertados, el acabado es bonito y el clásico se vuelve a hacer jugable. Quizá lo que más choca de la actualización es el apartado sonoro: si los gráficos reciben alta resolución, suavizado y mejores luces y colores, la música y los efectos habrían agradecido una renovación de las librerías midi y, por qué no, alguna pieza orquestada. Lo mismo dijimos con Wind Waker HD, porque la música es memorable y no gana tanto como la parte visual con el cambio.

Eso respecto a la calidad del 'remaster', pero como el texto anterior lo dedicamos casi íntegramente a las sensaciones que dejaban las novedades, entonces prometimos que con el análisis de Zelda Twilight Princess HD nos centraríamos en comprobar cómo queda el juego como exponente del género de las aventuras una década después.

La verdad es que los Zelda son un subgénero de juegos en sí mismos, y por desgracia fuera de esta serie cada vez se lanzan menos títulos de calibre que ofrezcan una combinación similar de combate, exploración, relato, relaciones y colecciones, fantasía y, sobre todo, puzles y pruebas de ingenio. Por esto, pese a las partes que no han envejecido tan bien, Twilight Princess sigue conteniendo muchas, muchas delicias para cualquier jugador aventurero. En concreto, sus mayores bazas son las brillantes mazmorras, los ingeniosos objetos y artilugios que emplea Link y el genial elenco de personajes.

Si, como yo, los templos son lo que más disfrutas de un Zelda, con Twilight Princess tienes una ración realmente suculenta. Con esta entrega los diseñadores de niveles y desafíos se superaron, reinventando lo visto hasta la fecha o sacándose de la manga ideas realmente sorprendentes. Y si bien hay que reconocer que el juego sigue al pie de la letra el ya obsoleto manual de mazmorras de "consigue herramienta para llegar, avanza con esa herramienta en los puzles, consigue otra herramienta a mitad de templo y luego empléala contra el jefe final", tampoco está nada mal divertirse con el canon que en su día tan bien funcionó. La impresionante segunda mitad del Patíbulo del Desierto, la curiosa experiencia en casa de Yeto y Yeta, la escalofriante entrada al Templo del Tiempo o el homenaje que se marca el Santuario del Lago pueden entrar perfectamente en cualquier "Top mejores mazmorras de Zelda". Y en estos edificios increíbles se aprovechan ítemes tan rompedores como el aerodisco o el mangual... que luego quedan algo desaprovechados en el resto del mundo.

En cuanto a los personajes, son los que a veces sujetan y otras veces potencian una historia trabajada -y con algunos momentos realmente fuertes o atrevidos- pero con altibajos. Midna conquistó a los fans desde el minuto uno y los reconquistó al final del juego en su otra forma, Zant puso los pelos de punta y la Zelda más seria y guerrera marcó un antes y un después. Link quizá queda un poco bobo en más de una ocasión, pero el juego se esfuerza porque no pierda personalidad tras el carisma y simpatía desplegados en Wind Waker, mientras que Link Lobo aporta un toque salvaje y condenado. También hay variedad en las razas y buenas novedades en los secundarios.

Esas son las bazas, las cosas que hacen que merezca la pena jugar a Twilight Princess hoy, pero como es de esperar, hay varios aspectos que no han envejecido tan bien o que, directamente, ya empezaban a fallar hace diez años.

El problema más evidente te lo adelanta Midna cuando empieza a bostezar: esta aventura no lleva muy bien los ritmos. Durante toda la partida hay varias caminatas realmente pesadas, principalmente en el primer tercio del juego. Nintendo estaba obsesionada por hacer un Zelda al estilo Ocarina pero a gran escala, y si bien consigue nuevas sensaciones con el enorme tamaño del mapa y la variedad de escenarios, algunas zonas quedan demasiado desangeladas o aburridas y ciertas tareas (recolecciones, recados) son una lata, por mucho que estén Epona, el lobo y luego los benditos teletransportes. Twilight Princess está muy lejos del ritmo perfecto de Ocarina of Time, y a veces puede provocar desconexión o desinterés.

Por otro lado, el combate tampoco ha envejecido demasiado bien y resulta monótono en más de una ocasión, aunque el ágil y preciso apuntado por movimiento supone un plus. Skyward Sword contaba con el control real de la espada para aderezar un sistema de combate ya anticuado, pero Twilight Princess se queda demasiado estancado, tanto en enemigos rasos como en jefes finales, además con algunos fallos en el otrora innovador sistema de fijado Z-targeting. El control de la yegua también provoca alguna molestia (menos mal que han entendido que los caballos no suelen chocarse a tiempo para Legend of Zelda Wii U).

Es lógico que un clásico tan grande como este presente luces y sombras, pero cuando analizamos cómo nos lo hemos pasado con el juego diez años después, queda patente que Twilight Princess es una aventura grandiosa, enorme, capaz de sorprender a propios y extraños (sí, incluso si te lo pasaste en su día) con su multitud de retos de habilidad e ingenio. Casi no hace falta mirarlo con perspectiva ni ponerlo en contexto para disfrutarlo al máximo, y eso dice mucho del valor de la obra original y del buen trabajo de restauración. Dicho esto, también sirve estupendamente para comprender y repasar cómo han sido los Zelda en 3D y esperar a la nueva entrega de este año con conocimiento de causa. Por lo tanto, es un imprescindible para los seguidores de Zelda y para los amantes del género.