Análisis de Football Manager 2012

Algunas personas juegan al fútbol. Otras, prefieren vivirlo. La serie Football Manager siempre se ha dirigido a la segunda categoría, presentando cada año un producto un poco más refinado. Su filosofía está del lado de la simulación total, pero sin hacerlo demasiado complicado.

Con cada entrega hay menos que criticar. La prensa de videojuegos suele tener problemas con este tipo de juegos: no hay que mirar sus gráficos, ni su control, ni su sonido... todo es cuestión de interfaz y jugabilidad. Football Manager siempre ha funcionado como un súper computador dedicado a un juego de estadísticas, pero al mismo tiempo es capaz de representar por qué se habla de fútbol en la tele todos los días del año, incluso en Navidad, verano o Semana Santa. Nos referimos, por supuesto, a lo que se conoce como "el circo del fútbol" al completo: no sólo los partidos, sino también los resultados, el mercado, la formación, la financiación, las declaraciones, los giros de la trama. En el centro de todo, el entrenador: timón del equipo y con todo el poder de decisión.

A diferencia de otras ofertas (sobre todo las antiguas), Football Manager 2012 se centra mucho más en ese técnico. No se trata de gestionar las finanzas de una empresa, sino de administrar un presupuesto con buenos fichajes y ventas, y luego dirigir el equipo con entrenamientos y tácticas. Eso es precisamente lo que se hace en este juego, los 365 días del año.

Mi temporada como entrenador comienza con una rueda de prensa. Elegí Juventus, mi equipo favorito. Los periodistas me preguntan por mis sentimientos ahora que entreno al equipo de mi vida. Hay varias opciones de respuesta. Elijo parecer entusiasta, así que los reporteros me rodean y me piden previsiones para la temporada. Yo sé los puntos con los que acabó la Juve, pero me muestro cauteloso. Cinco o seis preguntas más y terminó la rueda de prensa. Portada en una revista deportiva al día siguiente: me llaman estratega cauteloso. Malditos periodistas.

A partir de ahora, mis colaboradores envían correos electrónicos constantemente. Jugadores interesantes, consejos y aburridas reuniones a las que estoy (casi) obligado a asistir. Gianluca Pessotto me habla de un central sudafricano que juega en un equipo portugués. Me animo a ficharlo. El mercado dice 300.000 euros, el equipo pide el doble. Me atrevo con una oferta: 400.000 €, 100.000 más si el jugador hace al menos 10 tantos durante la temporada. Comenzamos una prolongada negociación que termina en medio 'kilo' más primas según objetivos, un contrato de tres años y un amistoso en Portugal. Anuncio una rueda de prensa y presento a mi nuevo fichaje. Solo tiene diecinueve años, pero promete.

Tras un par de semanas, consigo a un defensor danés pagándole un tercio de mi presupuesto al Ajax, y ya estoy listo para mi primer amistoso. Puedo confeccionar mi alineación como desee, así que pruebo a innovar con un complicado 4-1-2-1-2 con Toni en punta y Pirlo de enganche. Mi nueva adquisición sudafricana se coloca en el centro del campo, junto a Marchisio. Arranca el partido y finalmente puedo ver un vídeo realmente bien diseñado. Nunca me gustó la simulación al estilo pizarra magnética de los canales privados de televisión. QSVS, histórico programa de fútbol lombardo, es un mito, pero no es lo que busco en un videojuego. El nuevo Football Manager 2012 tampoco defrauda en este aspecto: presencio diversas acciones y pronto me veo conteniendo la respiración cuando Toni centra al área con la derecha.

Mi equipo tiene una posesión del 70%, pero sólo hace nueve tiros a puerta durante la primera mitad. Y el balón no quiere entrar. En el vestuario felicito a mis jugadores y decido algunos cambios. Del Piero por Toni, para recibir el calor del público, y sustituyo al bueno de Grosso con otro símbolo de la Juve: Chiellini. ¿Resultado? Un desastre: los tiros a puerta se quedaron en la mitad y termina el partido con empate a cero frente a un equipo de mitad de la tabla en la liga portuguesa.

La prensa lo tiene claro: habla de decepción, pero alaba el ataque. Los 'tifosi' no están contentos, pero aún estamos en julio y la pretemporada es muy larga. Así terminó mi primera hora y media en compañía de Football Manager 2012. Dirigí al equipo durante dos semanas, realicé dos compras, una cesión (mandé a Marrone al Zaragoza con la aprobación de Buffon), un amistoso y tres o cuatro compromisos con la prensa.

Con esto te puedes hacer una idea de la inmensidad del juego: tres semanas de calma dan para una hora y media de juego. Football Manager es colosal, con una impresionante base de datos (más de 20.000 nombres sólo en Italia), la posibilidad de jugar en red, la integración con redes sociales y una barbaridad de cosas que me quedaban por descubrir.

Como mencionábamos antes, es difícil analizar los aspectos técnicos del juego. La renderización de la acción es básica, consistente en jugadores poligonales y un aspecto general áspero, cuando menos. Pero aquí la idea es divertirse y relajarse al mismo tiempo. Sentir la acción, pero también entender lo que pasa en los terrenos de juego en los momentos más tranquilos, porque eres el entrenador, no el jugador que lleva la pelota o que debe robarla. Cuando cometes un error, puedes tomar decisiones en consecuencia. Y cuando lo haces bien, sientes una emoción muy fuerte y distinta. Nunca me había sentido tan cerca de lo que pueden sentir los técnicos de verdad, y eso es justo lo que quería.

Además de esa actualización de la base de datos con la información de 2012, esta nueva entrega del simulador de SEGA es mejor en todos los aspectos. Incluye un tutorial separado del juego en sí, la gestión de la información mediante el uso de un buzón y consigue la sensación permanente de control absoluto sobre todo, sin que te sientas abandonado. Entrenadores, ojeadores, asesores: mi equipo es un mecanismo de precisión y todo, absolutamente todo, está en su lugar.

En otras palabras, Football Manager 2012 es un juego genial. O más bien, un enorme simulador. Por supuesto, para sacarle todo el jugo hay que asumir el pan de cada día del fútbol real. Fuera de los juegos no me considero un 'tifosi' del fútbol, sino un simple aficionado. Sin embargo, aquí dentro ya deseo que llegue mi próximo encuentro. El sábado toca todo un clásico contra el AC Milan, en San Siro. Mejor empezar a estudiar mi estrategia.