Análisis de Attack on Titan: Wings of Freedom

El manganime de Shingeki no Kyojin (Ataque a los Titanes en España) ha sido uno de los últimos grandes éxitos del género de la acción en salir de Japón. La base ya empieza a convencer, ya que va sobre los últimos humanos confinados entre muros para defenderse de unos titanes que les están esquilmando. Últimamente hemos visto franquicias de este estilo que han logrado triunfar en los videojuegos, pero los primeros intentos con Attack on Titan no han estado del todo bien. Ahora, Omega Force lo prueba de nuevo en las plataformas PlayStation. Veamos si ellos sí han sido capaces de ser fieles al trabajo de Hajime Isayama.

La historia del título sigue de la mano lo que ocurre en la priemra temporada del anime y también se mete ligeramente en lo que pasará en la segunda, aun no estrenada. La mayoría de los escenarios están dentro de los muros, pero también hay otros exteriores por los que moverse. El personaje principal es Eren Yeaguer, un joven que ha visto cómo su madre es devorada por un titán en la última gran invasión, cuando el titán colosal rompió el muro, y decide alistarse en los cuerpos de combate junto a sus amigos y otros jóvenes de su edad que completan un reparto de lo más variopinto. Hablar del resto sería destriparos esta serie que acaba de aparecer, pero os adelantamos que es cruda, sangrienta y despiadada. Tanto la trama como la representación gráfica de los hechos.

Attack on Titan: Wings of Freedom es un juego de combate 3D al estilo de los Naruto Ultimate Ninja Storm o Dragon Ball Xenoverse, pero con una gran diferencia: la escala de los personajes y la movilidad. Los humanos tienen unos propulsores llamados equipo de maniobras que les permiten moverse a gran velocidad a la altura de los titanes entre edificios, árboles o cualquier punto en altura. Efectivamente, a lo Spider-Man. Hay que utilizarlo para alcanzar sus distintos puntos débiles, y con un extra de potencia dada la dureza de su piel. Pero la cosa no es tan fácil porque en realidad solo tienen un punto moral y el resto de heridas se regeneran muy rápidamente. Desmembrarles es parte de tu trabajo pero no es suficiente, y acabar con uno implica velocidad y precisión.

Como la tarea es compleja, Omega Force ha añadido un sistema de apuntado automático bastante bueno que te hace elegir entre cinco puntos, brazos, piernas y nuca. Primero hay que lanzarle los ganchos y propulsarse hacia ellos, pero sin perder de vista que se van a seguir moviendo, por lo que tienes que maniobrar en el aire para encontrar el camino correcto, ese en el que ni te golpea, ni te muerde, ni te lanza despedido. Se convierte en una batalla peligrosa, intensa y dura. La variedad radica en que hay distintos tipos de titanes y, además, controlas a varios personajes con sus propias características y estilos de combate. El resultado, todo un baño de sangre y gore (que puede desactivarse), a ritmo frenético.

Si la cosa se complica es posible solicitar la ayuda de ostros soldados que estén en el mismo campo de batalla o realizar misiones secundarias para ir progresando. Los equipos, muy útiles en distintas situaciones, pueden estar formados por un máximo de cuatro personajes, todos bajo tu mando, pero dado que es un juego de peleas tampoco hay demasiadas alternativas: que se centren en protegerte, que ataquen la misma parte del cuerpo que tú o que ataquen a la mayor cantidad de enemigos posible. También hay una barra que se va rellenando y permite invocar a compañeros mucho más fuertes.

El sistema de control es donde flojea Attack on Titan: Wings of Freedom. Porque lo que ocurre en pantalla es muy diverso, pero tú lo haces todo con un único botón. Además, dado que los titantes no son tan variados, los combos también empiezan a repetirse con asiduidad. Lo mismo ocurre con la estructura de misiones ya que todas se basan en el combate y, entre medias, apenas tienes que andar en una pequeña zona en la que comprar o mejorar equipamiento. En cuanto a las mejoras para el equipo de maniobras, son básicas y realmente poco útiles, excepto alargar las espadas y afianzar los ganchos, pero no alteran el sistema de combate de forma alguna. Se puede decir que solo sirven para asegurar el éxito en las misiones y conseguir mejores puntuaciones.

Estamos más satisfechos con el trabajo gráfico realizado por el estudio de Koei Tecmo, que no por el técnico. Aunque no llega al nivel de los últimos juegos de Naruto, visualmente es atractivo y refleja con perfecta fidelidad el anime que tanto éxito está teniendo a 60 fotogramas por segundo estables. Excepto cuando se reúnen cuatro titates o más en pantalla, que cae drásticamente hasta los 20 o 25 fps. Es uno de los errores con los que llega, como el clipping que afecta a multitud de elementos, especialmente a en las partes del cuerpo que colisionan con edificios en la ciudad. El último punto débil es la cámara, que aun reconociendo que era un tarea muy complicada dada la naturaleza del título, sufre muchos problemas en los entornos urbanos y además falla al combinarse con las estupendas animaciones de un titán muriendo, completamente desaprovechadas. Esto es un problema real de la jugabilidad porque fallarás saltos a causa de su pérdida de orientación.

El nuevo videojuego de Ataque a los Titanes es una puerta de entrada a la franquicia muy válida porque además tiene multitud de contenido extra como la presentación de todos los personajes o su banda sonora original de calidad. Los gráficos son acertados y buenos, y el sistema de combate es único hasta el momento, lo que siempre hay que alabar, pero se domina con facilidad. Todo sería fenomenal si no fuera por esos problemas técnicos y porque se vuelve monótono debido al diseño. Si Omega Force hubiera creado algo con mayor variedad y hubiera afinado la cámara en interiores estaríamos hablando de un juego fantástico, pero se ha quedado más bien en un caramelo para que los fans se deleiten con el equipo de maniobras y en poco para el resto.