Análisis de Ruiner

Ruiner es un juego de acción con vista cenital y temática cyberpunk que Reikon Games ha creado y que Devolver ha puesto en Steam y las Stores de PS4 y Xbox One. La cosa empieza fuerte porque controlas a un sociópata que solo busca vengar el hackeo de su prometida y el secuestro de su hermano. Estos hechos ocurrieron en el año 2091 en la cibermetrópolis Rengkok, auspiciados por una corporación gobernada por un hacker que ahora debes desentramar.

La tarea inicial es muy sencilla: mata al jefe. Te lanzas de cabeza a por tu objetivo mientras los bits de techno golpean tus tímpanos; los matones de la corporación van cayendo bajo sus habilidades cibernéticas mientras se repite rápido y reiteradamente cuáles es tu única función: mata al jefe. En líneas generales, este es Ruiner, un juego con una meta sencilla.

Tras una intro marchosa que te enseña las mecánicas básicas, un hacker desconocido ha desconectado el programa que te estaba controlando. Aterrizas en Rengkok South, la zona que servirá como hub central del primer viaje, el rescate del hermano. Es un área pequeña pero detallada en la que descansar de los momentos intensos de cada misión. Y hasta esconde algunas tareas opcionales y conversaciones a las que dedicar unos instantes.

El combate es la esencia de este título. Es muy rápido y requiere bastante destreza para hacer malabarismos con todas las armas y poderes. A medida que vas completando misiones en este shooter con clase de Reikon te queda más claro que es un arcade puro en el que lo que manda es la jugabilidad. La historia se queda como un mero motivo para incitar a la acción y refuerza la sensación de necesidad de una solución cruel y visceral. Esto no significa que el mundo esté vacío; Ruiner está bien compactado y acotado por unos personajes únicos representados con un estilo a lo manga que hacen que los escenarios aparenten más vida.

Debajo de este sistema de combate hay articulado otro de personalización tan robusto en sentido como flexible en posibilidades que te invita a interpretar cada situación. Gracias a los puntos de Karma, una moneda futurista que va asociada directamente a tu estatus social, puedes escoger entre una serie de habilidades según las necesidades, porque se pueden recolocar de un momento a otro, sin gastarse. Invita a plantear cada situación de una forma, especialmente en lo que se refiere a nivel frente a jefe. En estas peleas a cuerpo descubierto es cuando más útil resulta el formato porque hay veces que toca probar entre varias combinaciones hasta dar con la que hace más daño al enemigo cibernético de turno.

En Ruiner hay aumentos de todo tipo, no solo de ataque. Desde escudos de energía y barreras kinética para protegerse a programas con los que hackear a los rivales para que luchen a tu lado. También convence mucho el arsenal por diseño entre la ciencia ficción y la tecnología, por sus efectos de sonido y por el resultado gore que ofrece. No vamos a negar que nos hemos encariñado con las potentes de larga distancia como el cañón de ondas sónicas, pero también hay algunas cuerpo a cuerpo como la nanoespada o el tubo de toda la vida.

En el estilo artístico y la estética de Ruiner se reconoce al instante la influencia de clásicos como Ghost in The Shell, Akira, Cyber City OEDO y otros el estilo. Hay muy pocas frases grabadas y la mayor parte del diálogo se interpreta como en un manga, pero las animaciones están bien trabajadas y soportan muy bien esa gran intensidad de la partida, sobre todo cuando hay grandes tiroteos y combates de espadas. Ya sea en los elementos centrales, en los periféricos o en los fondos, siempre destila mucha personalidad.

Y dejamos para el final uno de los aspectos que más nos han gustado, su banda sonora. Todo este frenesí de combate no sería ni la mitad de vivo sin esos ritmos electrónicos que invocan el trance en el jugador a medida que derrama sangre. Es una parte activa del juego, el pegamento que cohesiona las mecánicas. No son muchas pistas inconexas, en un único ritmo que va cambiando con el tono y el rollo de la partida para ajustarse al combate. La música late en el corazón de Ruiner, brutal pero sofisticada, gracias a nombres como Khoven, DJ Alia o Susuma Hirasawa.

Ruiner es un subidón descontrolado, nada más que un destello de neón que dibuja el instante de una ciudad cibernética futurista reflejado en un casco de moto pasando a 180 km/h. En un mundo en el que los humanos se han fundido con las máquinas, nadie tiene motivos claros y la línea entre el bien y el mal se ha difuminado hasta ser irreconocible. Es un juego que se queda corto en algunos aspectos, que podemos perdonar dado el tamaño del estudio y el presupuesto que maneja. Es cierto que a veces desconectas de la trama, en parte por la falta de diálogo hablado, y que podían haber dado un poco más de contenido y tamaño al mapa, porque hay veces que te deja con ganas de más.

Lo que se ofrece es algo especial: cyberpunk auténtico, un género que está cada vez más diluido en el futurismo barato. Personajes modelados con toda la esencia clásica que representan la marginalidad, solitarios alienados que viven al filo de los cambios sociales provocados por modificaciones de lo humano en un futuro indeseable y decadente. La verdadera belleza e Ruiner espera en esos pasillos infectados y en las batallas contra los jefes. Cuando esa experiencia de videojuego pura y simple te absorbe desde la vista hasta el oído. Pide, exige, y también da. No decepciona.