Análisis de Dangerous Driving

Burnout 3: Takedown se ha quedado con la etiqueta de ser el mejor juego de la serie y, además, uno de los mejores de conducción arcade jamás hecho. Por eso, son muchos los estudios que han tratado de recrear esa magia, incluido el que lo parió, Criterion Games, que ahora anda en otras labores como ayudar en el battle royale de Battlefield V. Habitualmente hemos comprobado que los diseñadores cogen la esencia del título de 2004 y añaden giros propios. Dangerous Driving, que es el que ahora nos ocupa, ni siquiera ha ido tan allá, es casi una reproducción sin licencia de Burnout 3.

También tenían sus motivos, y es que parte de la plantilla de Three Fields Entertainment procede de Criterion y ha colaborado en esta serie en mayor o menor medida. De ahí que su trabajo anterior fuera Danger Zone, un intento de sucesor espiritual del modo Crash de Burnout. Y visto que Electronic Arts no tiene intención de apoyar esta marca, pues desde nuestro punto de vista, vía libre para parecerse tanto como pudieran sin caer en el plagio.

El problema es que se parece en tantas cosas... Es una réplica directa por formato, con esos eventos que te llevan por todo el mundo; incluye un modo a cámara lenta para mover el coche después de chocar (Danger Time); y hasta parece que se han traído las pantallas de carga del original de hace 15 años, aunque sea exactamente así. Sí que hay diferencias en aspectos como funciones, claro, pero han sido demasiado evidentes a la hora de diseñarlo como secuela o sucesor espiritual, sobre todo si comparas la interfaz la una con la otra.

Hay bastantes modos de juego para una personas en Dangerous Driving, como la Carrera de Siempre, un Cara a cara contra un oponente al que puede arrebatar su coche, Shakedown en el que batir un circuito en un tiempo determinado y Persecución, por poner unos ejemplos. Excepto en ese modo contrarreloj en el que vas solo, en el resto hay compañía en la pista y eso aquí significa conducir de forma agresiva y provocar tantos accidentes como sea posible, porque aporta potencia de turbo.

Para afrontar todos estos eventos hay un repertorio limitado de vehículos, con unos cuantos modelos de gamas como sedan, SUV o hipercars. Han logrado aportar bastante variedad a la conducción, y hasta tiene un toque temático en modos como Persecución, pues aparece un coche de policía. Sin embargo, la única opción de personalización es cambiar la pintura, y nada más.

Y también hay multitud de circuitos y rutas que nos van guiando por un mapa que tiene un poco de todo, así como espacios para interactuar con la carretera. Empezando por esos saltos para echarse a volar y caer sobre los rivales. En general, todo lo relativo a los escenarios nos ha dejado bien contentos por la variedad, así como el buen acabado visual, pues estas zonas transmiten muy buena sensación de realismo gracias al trabajo de iluminación. Tanto, que se han gustado y han abusado del sol bajo que molesta a la vista.

En conclusión, en Dangerous Driving hay material y contenido para estar entretenido un buen rato.

Tampoco es que sea un juego exclusivo para fans del volante. Es conducción arcade, así que está abierto a todos los públicos. Quizá esa sea la razón principal por la que el manejo transmite tan poca cosa y, al mismo tiempo, es tan brusco. Cuesta acostumbrarse a él porque el coche tuerce de golpe y bruscamente en cuanto tocas el stick. Si le añades un tirón del freno de mano, derrapa para entrar en picado y salir rápido de las curvas. Es fácil de aprender pero cuesta dominarlo, así que te llevará unos buenos trompazos contra muros y barreras protectoras.

En la serie Burnout la diversión está en la intensidad de correr sabiendo que puede pasar cualquier cosa: pasar rozando, golpear para escapar y, sobre todo, hacer al resto chocar para que los vehículos salgan ardiendo. Por suerte, toda esta parte sí han logrado reproducirla tal y como la recordamos, con esa velocidad y ese nervio.

Quizá por eso haya golpes que nos molestas un poco más de lo habitual o de lo que debería. Chocar debería ser una escapatoria fácil, o al menos lo era en Burnout 3 poque unos instantes después ya te colocaban de nuevo en el sitio bueno. Aquí no, aquí el reinicio se toma su tiempo, cortando de sopetón con el subidón de adrenalina del momento. Provoca, además, que acabemos jugando de forma más conservadora, y aquí no hemos venido a eso, sobre todo con esta velocidad elevada general.

La versión que nosotros hemos probado solo consta del Dangerous Driving Tour, con todos esos modos citados, pero nada de multijugador online. Llegará con un parche gratuito en semanas o meses, han dicho sus creadores. Es una pena que no esté, pero al menos hay material de sobra para entretenerse y, de paso, ir cogiéndole el tranquillo. Sobre todo, quienes intenten sacarse las medallas de oro y de platino.

Aunque ha sido divertido volver a sentir la fricción del metal contra el metal, Dangerous Driving no ha logrado captar la magia de Burnout 3 como pretendía y tampoco es un juego moderno que aporte otros elementos para compensar el paso del tiempo, más allá de un buen acabado visual. Las comparaciones son inevitables y aquí sale perdiendo, aunque al menos nos ha servido recordar lo bien que lo pasábamos.