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Katana Zero

Análisis de Katana Zero

Lo más adictivo que puedes jugar hoy por hoy, en varios sentidos.

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Dicen que las comparaciones son odiosas. Y, en parte, es verdad. Cada producto tiene, o debería tener, su encanto particular que lo diferenciase en alguna medida de aquel con el que se le está comparando -hablando en términos culturales-. De lo contrario, es muy fácil caer en la categoría de los exploits y que solo se recuerde dicho producto, si es que se hace, al nombrar a la película, serie, libro, videojuego o canción a la que se pretendía asemejar o acercar.

Katana Zero nace, como tantos otros, a raíz de la influencia de Hotline Miami, otro videojuego de Devolver Digital, que también se encarga de la publicación de Katana Zero. Pero lo que diferencia a Katana Zero del resto es que aun partiendo de los estándares establecidos por otro videojuego, consigue crearse una identidad propia para alejarse lo suficiente de su referentes y así construir un producto sólido con personalidad propia, con cara y ojos, y con nombre y apellidos. Algo que, por otro lado, tampoco es nada sencillo realizar por aquello de que "ya está todo inventado" -que tampoco es del todo cierto, pero el público está muy exigente y se sorprende, o contenta, con poco-.

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En Katana Zero encarnamos a Zero, un veterano del Vietnam que trabaja como asesino a sueldo para su psiquiatra, que bien podría ser el Hannibal Lecter interpretado por Mads Mikkelsen, teniendo en cuenta su vestimenta, carácter y la consulta en la que recibe sus visitas, siempre acompañas por una música apaciguada. Hace estos trabajitos a cambio de chutes de droga que le ayudan a sobrellevar su misterioso y traumático pasado. La existencia de Zero es una espiral autodestructiva que va minando su mundo y solo encuentra paz cuando desenvaina su katana y pone fin a la vida de criminales. Es lo único que le permite escapar de su monótona rutina: beber té, ver las noticias y dormir. Alquilar una película de samuráis de vez en cuando y emborracharse en un bar después de alguna dura jornada puede que también forme parte de su vida.

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Si bien en Hotline Miami escogíamos en cierta manera la personalidad, o el modus operandi, del protagonista al seleccionar una serie de máscaras de animales antes de cada misión -cada cual con sus características, ventajas y desventajas- en Katana Zero hay libre albedrío para decidir cómo es la historia del protagonista mediante la elección de diálogos en cada una de las conversaciones de la partida. Podemos responder con ímpetu y no dejar terminar a nuestro interlocutor, pensar la respuesta más adecuada o mentir para mantener parte de nuestra historia en secreto y alterar el curso de la trama. Incluso se puede escoger cuándo terminar, pero eso a su debido momento. Katana Zero, en ese sentido, se preocupa por su guion y quiere implicar al jugador lo máximo posible. Quiere que este sea parte de la trama y que dote al protagonista de una personalidad propia, dentro de las posibilidades que estipula el videojuego.

Katana ZeroKatana Zero

Aunque decimos que bebe de Hotline Miami, Katana rechaza el formato de plano cenital para construir su diseño en un maravilloso 2D lateral en base a una puesta en escena que gira en torno a la importancia de la iluminación. Centrada, en este caso, en las luces de neón. Que remiten directamente a ese Hotline Miami, pero también a largometrajes contemporáneos de acción como John Wick (2014, Chad Stahelski) o Atomic Blonde (2017, David Leitch). Lo cual ayuda a que el usuario se vea en mayor grado sumergido en su acción por identificar esos rasgos visuales como elementos propios del cine de tiros. Y es entonces cuando, concienciado, katana en mano, el jugador debe abrirse paso entre los enemigos para alcanzar a su objetivo y degollarlo.

La acción de Katana Zero, empero, no permite tomarse demasiadas libertades para planificar una vez entramos en combate: matamos de un golpe, pero también morimos de uno; es acción frenética y sin fisuras. Por lo que, antes de atravesar cada una de las puertas que divide el escenario en pequeños bloques que debemos asaltar para poder continuar, se debe pensar la estrategia que se quiera llevar a cabo. Dicho esto, Katana Zero da la posibilidad al jugador de rectificar en caso de que se vea en apuros gracias a una de las habilidades de nuestro samurái veterano del Vietnam: podemos ralentizar el tiempo, pasar a cámara lenta en toda regla, e intentar arreglar el despiste momentáneo que hayamos tenido en un enfrentamiento. No es un recurso infinito, puesto que una vez lo gastamos, debe permanecer un tiempo inactivo para recargarse. No mucho, cierto es, porque la velocidad a la que avanzamos los niveles en Katana Zero es bastante urgente y precipitada.

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Además de hacer uso de nuestra katana, también podemos recoger objetos que hay distribuidos por los niveles: cuchillos, botellas, cócteles molotov o lanzallamas para, a la vez que usamos el arma principal, podamos matar algún que otro enemigo a distancia para ir limpiando la zona y tener más espacio para maniobrar con los más cercanos sin que estén atacándonos a distancia. Que siempre es molesto. Y, por supuesto, contamos con una banda sonora seleccionada al dedillo que Zero pone en marcha antes de arrancar cada nivel. Supongo que hacer una masacre con música de fondo siempre sienta mejor o ayuda a la concentración.

Katana Zero es a Askiisoft y Devolver Digital lo que Kill Bill a Quentin Tarantino: una obra magna llena de influencias y referencias a las que consigue sobrepasar, pero sin menospreciar el legado que recoge, e imponiendo uno propio; con personalidad y arraigada con unas fuertes raíces a las ideas que presenta. Para un servidor, uno de los indies del año.

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Katana ZeroKatana Zero
09 Gamereactor España
9 / 10
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Su historia, su acción, su diseño de niveles. La puesta en escena con luces de neón es una maravilla. Su estética, en general, lo es.
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Se hubieran agradecido unas cuantas horas más. Cuesta horrores despedirse de él.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Xavi Mogrovejo

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