Análisis de The Surge 2: The Kraken

Con The Kraken llega a su fin todo el contenido planificado de antemano para acompañar a The Surge 2 más allá de su lanzamiento. Es, o debería ser, la guinda en el pastel del pase de temporada. Un DLC que promete más batallas y desmembramientos en una localización nunca vista al hilo de una nueva historia. Es, por cierto, la única expansión que toca la parte narrativa. Y para un juego que nunca ha llegado a las expectativas que depositamos en él, no se puede decir que lo que trae sea una sorpresa.

De antemano, hay que saber que para poder ponerlo en marcha hay que haber llegado más o menos a la mitad del modo historia, a Port Nixon. Una vez instalado, aquí ya puedes embarcarte en un bote naranja que te lleva hasta VBS Krakow, un navío militar reconvertido en una urbanización periférica. Lo que antes fue hogar para ricos y privilegiados es ahora un cementerio de cadáveres golpeados y un correcalles de almas enloquecidas en trajes mecánicos. Todo, bajo la amenaza de una IA llamada CAIN que todo lo ve con su punto de luz roja.

La nueva localización es un foco de variedad. Las calles soleadas de VBS Krakow y un autocine abandonado le dan un toque ochentero que no se parece en nada a lo que nos han ido ofreciendo hasta ahora. El espacio es impactante, pero es una pena que nos falten cosas con la que entretenernos en él, porque la única tarea es destruir los emplazamientos de CAIN. Hay algunos archivos de sonido y un par de misiones secundarias con las que pasar el tiempo junto a tu nuevo amigo, Proto, pero canta muchísimo que las han metido con calzador. En una de ellas tuvimos que enfrentarnos a oleadas de enemigos (tal y como ya habíamos hecho previamente) y en otra tocaba hacer recados para nuestro amigo robótico.

También tenía mejor pinta el lugar que los piratas que habían ocupado sus calles y saqueado el navío. Estos nuevos enemigos parecían idénticos a los malvados con exotraje a los que nos hemos enfrentado en el juego base, así que no aportaron nada extraordinario a los combates. La novedad más reseñable era el foco de CAIN, que nos forzó a tomárnoslo todo con un poco más de calma y espíritu de sigilo, porque si te pillaba te hacía llegar unos robots araña dañinos. Así, tuvimos que empezar a escoger nuestros ataques con más cabeza, con duelos uno a uno en los que fuera más fácil escapar de su foco enrojecido.

El subidón llegó a la hora de plantar cara a los dos jefes de área porque se las traían ambos, incluso para esos compases finales de la campaña. El primero, Collective Incinerator, nos puso contra las cuerdas al tener que hacer responder con precisión a sus brazadas con un hacha llameante mientras esquibávamos a las malditas arañas venenosas y los trozos de suelo quemados. En el segundo y último, del que no vamos a dar pistas, sobrevivir era solo el principio.

Lo peor de The Kraken es su duración, o más completamente su falta de duración. Fueron poco más de dos horas y se acabó. Con el 100% completado y teniendo en cuenta que habíamos palmado unas cuantas veces, así que acabarlo del tirón tiene que ser mucho más corto. Es verdad que nos gustó buena parte de lo que ofrece, pero es que sabe a poco, y eso no puede ser teniendo en cuenta lo caro que sale este pase de temporada. Además, teniendo en cuenta que llega cuando ya llevas bien avanzado el modo principal, ni siquiera sacamos partido a la armadura nueva que trae porque es volver a empezar con todo el grindeo necesario para poder subirla de nivel.

Llega tarde y se va pronto, así que por muy bien que esté hecho no tiene lo que necesita para ser ese complemento indispensable que está llamado ser. Desde luego que no es un añadido indispensable para The Surge 2. Pero, al menos, quienes se lo hayan comprado tienen ante sí un curiosos escenario con dos jefes que van a dar mucha guerra.