Análisis de Daymare: 1998

Vamos a dejar clara nuestra postura desde el principio: Daymare: 1998 es decepcionante. Es triste que tengamos que decir esto, porque, por una parte, apoyamos enormemente a los creadores de juegos independientes como Invader Studios. Sin embargo, por otra parte, tenemos la responsabilidad de ofreceros, queridos lectores, un análisis significativo y fiable. Por eso, os dejamos aquí lo que pensamos de Daymare, sin tapujos.

Para daros un poco de contexto por si no conocéis su origen, Daymare: 1998 empezó como un remake de Resident Evil 2 planteado por y para fans (suponemos que por eso el título todavía contiene el "1998"). Capcom ordenó clausurar el proyecto y, más adelante, anunció que estaban desarrollando su propia versión del juego, que es ese magnífico remake de 2019. Los autores siguieron adelante con su trabajo, pero ya sin tomar nada de las licencias, aunque seguía siendo un homenaje claro a la serie que les hizo reunirse.

Empezáis el juego siendo un soldado de élite de la corporación HADES que ha sido enviado a unas instalaciones en una misión de búsqueda y rescate. Prácticamente todos los científicos y guardias están muertos, pero, como se podía predecir, no están del todo muertos. El personaje se parece a Hunk, de Resident Evil 2, y es fácil darse cuenta desde el principio. Por suerte para quienes esperan algo original, el juego da un giro inesperado a la historia (del que hablaremos más adelante). Poco después, los muertos empiezan a revivir y, ahí arranca una de las peores experiencias con zombis que hemos tenido en mucho tiempo. El único problema que tenemos ahora es saber por dónde empezar.

Está bien. La munición... no es suficiente. Hemos visto algunos survival horror difíciles en todos estos años, pero, incluso en el modo normal, la experiencia es enrevesada y agotadora hasta el punto de perder toda la gracia. La física de las balas no es satisfactoria por cómo impactan en el objetivo y el sistema de recarga, en el que hay que poner manualmente las balas e introducirlas en el cargador, un tostón. "Así obtenemos realismo, ¿por qué nos quejamos?" Después, nos encontramos con uno de los peores inventarios que hemos visto nunca. Hay un sistema torpe en el brazo del personaje al que se puede acceder por medio de una serie de menús (todo esto en tiempo real), lo que significa que, mientras perdéis el tiempo, un zombi os puede arrancar la cabeza.

El juego tiene lugar en una pequeña ciudad de Idaho, sobre la que tiene una gran influencia en el entorno una compañía siniestra llamada Hexacore Biogenetics. Podéis deducir por dónde van los tiros. Tenéis que visitar una serie de lugares de la ciudad, de forma que empecéis a descubrir su historia y se revele el plan de Hexacore. La dificultad se les ha ido de las manos y, por si el desafío no fuese ya lo suficientemente frustrante, es todavía peor a causa del sistema torpe del inventario. También hace que sea una experiencia desagradable la actuación de voz, que es tan malo que parece que tenía que ser un homenaje al original, palabra por palabra, ya que el diálogo es acartonado y es muy difícil conectar con los personajes.

Desde un punto de vista más positivo, el juego tiene buen aspecto por momentos. De hecho, puede ser fantástico, con zombis escalofriantes y un entorno fabuloso. Hay varios modelos de zombis y están muy bien diseñados, incluso hay momentos en los que se ven muy pulidos y en los que podríais decir que fueron una obra de arte hecha con amor. Sin embargo, hay algunos desperfectos y algún problema adicional que, una vez más, le hace perder brillo, como por ejemplo que los reflejos sean pésimos (acercaos a un espejo o a una lámina de cristal y lo veréis). También cuenta con un efecto minecraftiano que probablemente habría sido mejor eliminar.

A continuación, cabe mencionar también los informes. De manera muy similar a en Resident Evil, hay unos documentos que cuentan la historia y llenan los vacíos que deja el modo de juego normal. Sin embargo, cuando lo jugamos en PS4, no pudimos leer ni uno. Escuchábamos el ruido de las páginas pasándose, pero no aparecía nada en pantalla. Lamentablemente, llegados a este punto, no estábamos enganchados a la trama como para que nos importase.

La última crítica se centra en el combate cuerpo a cuerpo, que no parece nada útil. Hemos mencionado antes que hay muy poca munición, pero, cuando se acaba, tampoco os podéis defender muy bien. No parece que las peleas hagan que los no muertos dejen de atacaros. En general, los combates cara a cara son otro elemento desalentador que se añade a nuestra impresión mayormente negativa.

Hemos mencionado con anterioridad que hay un giro inesperado en la historia. El soldado de la organización HADES aparece solo en la introducción y, después, os hacéis cargo de un personaje de poca monta en la América rural. Es un cambio interesante, diferente a los personajes y escenarios habituales, pero no es suficiente para salvar al juego en nuestra valoración final. De hecho, podéis manejar a varios personajes, incluidos los soldados HADES y un guardabosques llamado Sam. No obstante, la partida no cambia, independientemente del personaje que llevéis, subrayando algo más que podría haber sido interesante, pero que al final no lo fue.

Con una dificultad desmesurada, un sistema de inventario cansino, fallos técnicos constantes, una mala animación y un doblaje espantoso haciendo sombra a todos sus aspectos positivos, Daymare: 1998 es un juego que, probablemente, es mejor evitar. Si estáis buscando una experiencia repleta de zombis que represente el espíritu de los clásicos de los noventa, jugad a uno de los nuevos remakes de Resident Evil en vez de a este.