Análisis de Valiant Hearts: The Great War

El término "inspirado libremente" te deja mucho margen creativo a la hora de contar relatos semi-ficticios sobre eventos históricos. Es la frase que abre Valiant Hearts, la aventura de puzles conducida por la trama y distribuida únicamente en formato digital que está ambientada en la Primera Guerra Mundial. Una frase que volvimos a comprobar tras ver los créditos finales.

Esto ocurre principalmente porque en medio de los retratos precisos y terribles de las principales batallas y del arsenal empleado durante el período, también nos presentan a un villano que no deja de sacudir el puño en alto y que escapa una y otra vez subido en zepelín, o la búsqueda de un científico que podría tener la clave sobre los planes del ejército invasor. Una pizca extraña de glamour hollywoodiense espolvoreada sobre un tema central muy serio.

Dicho esto, hay que reconocer que el estudio Ubisoft Montpellier ha conseguido que estas partes demasiado teatrales que hacen del acto intermedio de la historia no sobrepasen ni estropeen la, por lo demás estoica, interpretación de la Gran Guerra que encontrarás en el resto de su trama de cuatro capítulos. Esa trama entreteje cuatro, podría decirse cinco, diferentes pero poco a poco interconectadas perspectivas, durante más de un lustro del conflicto que arrasó toda Europa.

Cada personaje cuenta su propia historia y se lleva sus propias acciones al campo de batalla. Apretar el gatillo, sin embargo, rara vez es una de ellas. Como ya dijimos en su día, es un juego sobre la guerra, pero no un juego bélico, y el sistema se inclina más hacia los clásicos point-and-click, ignorando el género shooter completamente. Asumes el papel de un observador subjetivo del conflicto, y aunque estés en peligro una y otra vez, te centrarás mucho más en activar interruptores, resolver puzles, revivir a camaradas caídos o colarte por el territorio enemigo, que en pegar tiros.

Las mecánicas básicas se introducen rápidamente y se mantienen como el corazón del gameplay durante las ocho horas aproximadamente que dura Valiant Hearts (una cifra que se puede reducir bastante si vas a toda prisa ignorando textos y coleccionables; te aconsejamos que no lo hagas), con alguna que otra transición hacia variantes de esas mecánicas basadas en el tiempo.

Si bien encontramos una gran variedad en los rompecabezas, el aumento de su complejidad se produce a paso de tortuga. En realidad, son la ambientación y cada situación lo que aportan una ilusión de urgencia a tus acciones. La mayoría implica levantar una serie de palancas en el orden correcto, averiguar cómo debe ir una cadena de intercambio de objetos entre múltiples PNJ para conseguir lo que necesitas o encontrar engranajes, manijas y otros objetos importantes según el contexto. Incluso el planteamiento más complejo de todo el juego, que te pone a intercambiar cosas entre varios edificios de un campamento de prisioneros de guerra, es bastante fácil una vez tienes localizados los posibles elementos interactivos. En realidad, no hay nada demasiado difícil ni obtuso en cuanto a la resolución de puzles en este juego.

También decíamos que contamos unos pocos puzles basados en el tiempo. Esquivar la artillería o un tiroteo, sincronizar unas llamas para prender la dinamita conforme se lanza hacia tu objetivo. Los más difíciles son los minijuegos de curación de la última parte, controlando a la enfermera belga Anna como si fueran juegos musicales rítmicos, en los que tienes que pulsar los botones en el momento justo para hacer la cirugía. Pero si fallas con alguno, te vuelven a cargar justo antes de la secuencia. Con todo esto puede parecer demasiado fácil, pero, una vez más, el juego no se centra especialmente en la resolución de rompecabezas, sino en la historia. El estudio quiere que lo vivas todo, y con intensidad.

Porque este es un relato muy impactante, capaz de conmover y tocar fibras sensibles. Cualquier sospecha de que los desarrolladores intenten tocar esas teclas de forma demasiado obvia se evapora muy pronto. La trama salta entre varios lugares en numerosas ocasiones durante cada capítulo, manteniendo cada uno de los hilos (las historias de cada personaje) casi todo el rato en paralelo. Con cada cambio se produce un corte que da paso a un mapa desde arriba, y la llegada introduce la selección de unos textos informativos nuevos y opcionales, suministrados por el documental Apocalypse, World War I, que detallan hechos históricos sobre la zona y las repercusiones de esa batalla en concreto. Los coleccionables escondidos son en verdad ítemes reales usados en la época, y también vienen con algo de info.

Todo el conjunto refuerza la terrible realidad que se esconde bajo la presentación de dibujos animados del juego. El motor UbiArt Framework, que ha dado vida a obras tan artísticas como Rayman Legends o Child of Light, vuelve a demostrar su versatilidad. Puede que el detalle no sea demasiado, no hay 'gore' y solo un poco de sangre, y aun así algunas escenas siguen siendo desgarradoras. Podríamos decir incluso que, con esta presentación delicada, el efecto se ve incrementado. Imagina que Beano o Dandy dedicaran sus tiras de cómic a interpretaciones pictóricas de los diarios de los soldados durante la Guerra. Hay ciertos sub-capítulos bastante difíciles de digerir, y la trama argumental resultante parece merecida, más que dramática sólo porque haya que hacer drama.

Como videojuego, Valiant Hearts es sólido y está bien acabado, con un ritmo y estructura montados con la suficiente confianza como para mantenerte jugando hasta el final. Pero funciona mucho mejor como monumento, una conmemoración de los sucesos acontecidos, de cómo demasiadas vidas fueron malgastadas innecesariamente. Es una declaración importante, quizá una que se hace mejor en este medio tan inmersivo. Como mucho, te hará mirar con otros ojos los shooters militares que glorifican la guerra, expandirá tu catálogo más allá de los títulos que igualan ganar a matar. Como poco, deberías vivirlo y asegurarte de que todos los conocidos que puedas también lo hagan. Es un juego sobre la guerra, no un juego bélico, y merece la pena escuchar su mensaje.