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Dark Souls III

Dark Souls 3: Guía de supervivencia

No te acerques a la frontera de Lothric sin repasar punto por punto estas once sugerencias básicas para sobrevivir... o al menos morir menos.

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No nos cabe la menor duda de que los anteriores títulos de la serie Souls (y Bloodborne) están entre los juegos RPG de acción más duros y exigentes que hemos jugado en nuestra vida. Pues bien, Dark Souls III se une a sus predecesores en la tradición de ofrecer una experiencia que roza lo cruel... pero satisfactorio. Si todavía no has jugado a ningún título de la serie o si estás un poco oxidado y tienes que prepararte para el nuevo desafío, te vendrá bien la selección de consejos que hemos plasmado bajo estas líneas y que te ayudarán a seguir con vida al menos un rato más en la última aventura de From Software. Recomendable por tanto para principiantes y para fans que quieren refrescar conceptos y estrategias.

1. La especialización es la clave para sobrevivir

Sobre todo al principio del juego, subir de nivel no es muy difícil, por lo que los novatos suelen cometer el error de subirse habilidades al azar. Lo primero que hay que tener claro es que hay que decidir cómo enfrentarse a la aventura y optar por una 'build' específica que sirva a tu estilo de juego. Por ejemplo, la efectividad de un soldado pesado depende principalmente de la dureza de su armadura y de la fuerza de su mano, por lo tanto, le irán bien habilidades como la resiliencia, la vida o la fuerza. Si optas por seguir ese curso y aumentas habilidades mágicas, habrás cometido un grave error, porque para cada nivel hacen falta más almas y acabarás quedándote sin opciones. Por otro lado, las armas y los hechizos tienen una serie de requisitos para poder utilizarlos en batalla. Para los nuevos, nosotros recomendamos un personaje especializado, porque si quieres adoptar un estilo de juego híbrido, tendrás que tener un conocimiento avanzado de la experiencia y de las mecánicas, además de que te dejará mucho menos margen de maniobra a medida que subas de nivel. Sin embargo, no te preocupes, si quieres probar distintas formas de jugar siempre puedes volver a jugar la experiencia varias veces.

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2. Organiza tu inventario cuidadosamente

En el peligroso viaje que vas a comenzar, tu personaje no parará de encontrarse objetos constantemente. Por desgracia, el valor de un objeto no siempre resulta aparente a primera vista. Además, el hecho de que encuentres algo nuevo no implica que tengas que probarlo al momento. Por lo general, suele ser más útil saber lo que has cogido y cuándo o dónde usarlo. Los componentes forjados son un buen ejemplo: los materiales para mejorar el equipamiento son limitados y, por lo tanto, al principio de la experiencia son muy valiosos, porque las armas mejoradas tienen un gran impacto en el combate. Sin embargo, a medida que avances, encontrarás mejor equipamiento y tendrás que guardar materiales para forjar tus nuevas adquisiciones. Lo cierto es que esto comporta un equilibrio muy interesante entre riesgo y recompensa: ¿es mejor ser poderoso a corto plazo o prefieres guardarte las cosas y utilizarlas en los desafíos más duros que te encontrarás hacia el final del título?

Dark Souls III

3. Reacción y concentración

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En Dark Souls III hay dos cosas que te hacen fuerte. En primer lugar, el nivel de almas y, en segundo, el equipamiento que utilices. Cuando te encuentres con enemigos fuertes (y te los encontrarás, dalo por hecho), además de confiar en tu equipamiento y saber cuándo utilizarlo, también tendrás que saber cómo se va a comportar tu rival. La verdad es que merece la pena intentar luchar contra un oponente difícil unas cuantas veces sin utilizar ningún objeto, para poder utilizar todo tu poder cuando tengas dominados sus movimientos. Muchos jefes utilizan patrones de ataques que pueden cancelar en cualquier momento o incluso cambiar en medio de la batalla y aquellos que sepan cómo se va a mover el rival, serán capaces de provocar ataques y escapar fácilmente o incluso de realizar contraataques efectivos. Además, también es bueno utilizar fases de transición para cambiar rápidamente entre estrategias de ataque y de defensa.

4. Planifica la exploración

El mundo de Dark Souls III es un lugar lleno de vida y secretos. Cualquiera que se dedique a sumergirse en Lothric se encontrará inevitablemente con objetos ocultos, útiles atajos y nuevos desafíos. Es importante que te aproveches de estas oportunidades cuando aparezcan, porque necesitarás toda la ayuda que puedas conseguir en tu aventura. Un efecto secundario bastante provechoso de la exploración es volver a derrotar a los enemigos, con lo que conseguirás almas extra u otros objetos. Además, el entrenamiento extra con distintas armas refuerza el entendimiento general de la experiencia, que tampoco viene nada mal. Si has conseguido llegar a la siguiente hoguera, dedícate a subir de nivel ahí, pero recuerda que también puedes volver atrás para buscar rutas alternativas y extraños secretos.

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5. Ten los ojos bien abiertos

Al igual que el resto de entregas, Dark Souls III también tiene sus peculiaridades y, si eres capaz de reconocerlas, podrás ser más listo que el propio juego. Por ejemplo, las batallas contra los jefes son, habitualmente, en zonas espaciosas y aisladas. Así pues, si vas a entrar en una de esas zonas, hazlo con una cantidad de almas que te puedas permitir perder. ¿Y si hay un cofre muy tentador en medio del camino? Puede que sea una trampa y, en caso de que no lo sea, no te hará daño ser cuidadoso e ir a lo seguro. Por lo general, caer en una trampa suele ser siempre culpa del usuario. Ahora bien, si consigues encontrar la causa antes de activar la trampa, podrás cambiar las tornas en tu favor. Fíjate en las manchas de sangre de otros jugadores, porque suelen ser el anticipo de una batalla próxima. En definitiva, Dark Souls III nunca es injusto y, si eres capaz de descifrar el mundo que hay a tu alrededor, la experiencia no te dará tantas sorpresas (que suelen ser desagradables).

6. La fuerza va de la mano de la tranquilidad

No hace falta decir que tienes que intentar no cometer errores, porque el juego castiga brutalmente y sin piedad a aquellos que los cometen. Los peores fallos suelen ser resultados de la impaciencia, de correr temerariamente por el mapa y no ser capaz de reaccionar rápidamente a las situaciones peligrosas. Todos perdemos nuestras almas de vez en cuando, y duele muchísimo hacerlo, pero esa no es razón para rendirse. Si juegas a lo seguro y en guardia, si investigas las debilidades de tus rivales y te tomas todo el tiempo necesario para superar hasta los retos más difíciles, siempre acabarás superando la tortuosa exigencia del título. Dark Souls III intentará desquiciarte antes de que lo consigas, por lo que, al final, no deberías sentirte seguro en ninguna parte: eso es parte de la experiencia.

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7. Convierte las almas en armas

Cuando derrotes a un jefe en Dark Souls III, te quedarás con sus almas, que podrás utilizar para conseguir una cantidad bastante grande de puntos de experiencia. No obstante, hay una forma mejor de utilizarlas. En la zona central, el Firelink Shrine, habrá un personaje sentado en el segundo trono del lado izquierdo empezando por la entrada, que es fácil pasar por alto. Pues bien, se llama Ludleth de Courland y puede transformar las almas de los jefes en armas u objetos poderosos. Para poder hacerlo, te harán falta las almas y un objeto llamado Transposing Kiln (que conseguirás tras derrotar a Curse-Rotted Greatwood, algo parecido a un árbol gigante, cerca del final del Undead Settlement).

8. Mejora los Frascos de Estus

Los Frascos de Estus serán tu posesión más preciada durante el doloroso viaje que te espera por el mundo de Dark Souls III, ya que te permitirán recuperar salud o concentración y se rellenan cuando descansas en una hoguera. Con esto en mente, es crucial que encuentres formas de mejorar la efectividad de los Frascos. Podrás hacerlo, en primer lugar, con los Fragmentos de Estus, que le darás al Herrero en Firelink Shrine. De esta manera, aumentarás el número de Frascos que puedes llevar. La segunda manera de hacerlo es con el importantísimo Fragmento del Dedo No Muerto, que podrás utilizar en una hoguera para mejorar la efectividad de los Frascos. Por último, también está el Anillo de Estus, que aumenta todavía más su eficacia. Para obtener este último ítem, tendrás que comprarlo por 20 000 almas en la torre que está al lado de Firelink Shrine.

9. Aprende a atraer enemigos

Dejar que los enemigos te rodeen es uno de los peores errores que puedes cometer en Dark Souls III, por lo que es verdaderamente importante que aprendas a "atraer" enemigos uno a uno para luchar con ellos por turnos. La forma más efectiva de hacerlo es con el arco y las flechas (necesitarás 14 de destreza). Apunta, dispara una flecha y espera a que el enemigo se acerque a ti sin alertar a sus compañeros. Los personajes con habilidades mágicas pueden hacer lo mismo pero sin flechas y también hay objetos que te pueden servir para atraer a tus rivales. En última instancia, utiliza tu propio cuerpo: es más arriesgado, pero puedes aproximarte lentamente a un grupo de enemigos y, al atraer la atención de uno de ellos, retirarte rápidamente.

10. Cambia tu apariencia y tus estadísticas

Lo ideal es que sigas tu propio plan para subir de nivel (como ya te contamos anteriormente), pero si en algún momento crees que has cometido un error y te gustaría redistribuir tus estadísticas, existe una forma de conseguirlo. Primero, tendrás que encontrar a un personaje que se llama Rosaria y que está en una sección oculta de la Cathedral of the Deep. Una vez la encuentres, tendrás que unirte a su Covenant y ofrecerle algunas Lenguas Pálidas, que te permitirán cambiar el color de tu personaje y cambiar tus estadísticas. Sin embargo, tendrás que tener en cuenta que solo podrás utilizar esta función cinco veces por personaje.

11. Guárdate los objetos de resistencia

Durante la aventura, irás encontrando objetos y equipamiento que mejorarán tu habilidad para aguantar el fuego, el veneno, la magia y otros efectos adversos. Como probablemente ya tengas mejor equipamiento, quizás sientas el impulso de venderlos, pero es mejor que no lo hagas. Guárdatelos, porque nunca se sabe si te volverás a encontrar con situaciones en las que tengas que enfrentarte a esta clase de efectos perniciosos y, si los guardas, puede que acaben siendo de gran ayuda.

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