Análisis de Dark Souls III

En Dark Souls III, nos convertiremos en un alma inflamada, en un recipiente: algo tan inútil como las cenizas en las que nos convertimos al morir. Marcado por una siniestra maldición que nos impide morir, nuestro héroe se ha unido a los que viven de las cenizas. De la misma manera que las polillas se ven atraídas a la luz, nosotros buscamos nuestra propia perdición en el fuego y nos esforzamos por obtener una pizca de calor al final. La vida en este mundo ha perdido todo significado y la existencia para los que vivimos así es triste y dolorosa. Los únicos pilares de esta vida son las brasas, por lo que encendemos fuegos y alimentamos las llamas para, al fin, ser portadores del fuego o fracasar estrepitosamente.

Al igual que el resto de juegos de From Software, Dark Souls III también vive de ese ambiente oscuro y melancólico. Si te gusta o no, ya es cosa de cada uno, pero esa perspectiva atmosférica y la acción de la aventura quedan genial. Tras cada rayo de luz, viene un castigo y por cada chispa de esperanza, aparece un nuevo sufrimiento. El viaje a través de la tierra de Lothric es desalentador y son muchos los que no sobreviven a la oscuridad de este lugar. Lo cierto es que el tema principal se expande por todos los elementos de la aventura y hemos de reconocer pocos son los títulos que ofrecen una experiencia de juego como esta.

La comparación directa con los anteriores títulos de la franquicia parece ser, para muchos fans, uno de los aspectos más importantes de este título. Pues bien, Dark Souls 3, en muchos aspectos, resulta ser una amalgama de las mejores ideas de From Software. Parece ser que la desarrolladora japonesa se ha diseñado cuidadosamente un camino a seguir y podrás criticarlos si no te gusta. Así, muchas situaciones, enemigos y lugares nos recuerdan un poco a los títulos anteriores, pero, a nivel personal, a mi no me ha decepcionado en absoluto. Lo que consiguen es que recuerdes todos aquellos retos que ya superaste, para que, entonces, Dark Souls III te atrape con toda su brutalidad y te devuelva a la realidad con la fuerza de la muerte.

Entre las principales innovaciones que vemos en el juego es la barra de concentración. La magia y muchas habilidades avanzadas de armas se nutren de esta energía que se rellena, básicamente, con botellas de ceniza. En el herrero, podrás cambiar los fragmentos de Estus por viales y la lámpara los amplificará si tienes los objetos adecuados en el inventario. Además, muchas armas tienen una función especial que te ofrecerá distintas opciones cuando estés en batalla. De hecho, algunas de ellas tienen un segundo modo de combate, que puede ser, por ejemplo, moverte más ágilmente o aumentar temporalmente las estadísticas del personaje. Puesto que hay un montón de equipamiento por el mundo, las opciones disponibles son muy diversas.

En general, las batallas de Dark Souls III son más flexibles (que no fáciles) que en títulos anteriores. Con algunos oponentes, tendrás que hacer cosas distintas antes de poder hacerles daño, porque quizás solo reciban daño de un tipo específico o solo en zonas concretas de su cuerpo. Por ejemplo, hay un combate contra un jefe, que ya verás, que se parece a una carrera de obstáculos porque hay que llegar hasta un punto exacto de la zona para llevar a cabo un ataque devastador. En ese sentido, la franquicia está experimentando con distintos elementos y eso nos parece algo positivo. Obviamente, eso no quita que no vayas a sufrir: sufrirás y de lo lindo, porque Dark Souls III siguen en la línea del resto de títulos del estudio nipón.

En sí, el mundo de Dark Souls III es una tierra de misterio. Para los nuevos puede resultar extraño y aleatorio que haya puentes invisibles que nos matan en cuanto se abren o paredes y cajas imaginarias que nos comen. Sin embargo, todos estos elementos no tienen explicación o intención y son justamente lo que hacen que la muerte y ese sentimiento constante de desaliento creen una experiencia como esta. O te das cuenta de estas cosas o te convertirás en una señal para otros jugadores. El camino principal a través del juego es más claro y definido que en sus predecesores, sobre todo para que los nuevos jugadores pudiesen entender bien la historia y el juego.

No obstante, si hablamos de esos elementos que mejoran la experiencia de Dark Souls III, no podemos olvidarnos del aclamado modo multijugador. Si logramos hacernos con el fuego o derrotamos a un portador de las brasas, nos encenderemos en llamas y, al dejar un camino ardiente, aparecerán jugadores en forma de espíritus siniestros que vendrán a nuestro mundo para robar nuestro poder. Al mismo tiempo, podemos encontrarnos con otros jugadores y ayudarles contra estos espíritus o contra otra clase de misiones. Además, si utilizas el nuevo objeto, los Dried Fingers, también podrás invitar a otros usuarios a tu mundo. Con este título, podréis ser seis jugadores en total luchando entre vosotros.

En el apartado gráfico, Dark Souls III se presenta en Xbox One y en PC en la línea de Bloodborne para PS4. Aunque es cierto que los usuarios de Xbox tendrán que aceptar un pequeño recorte en el rendimiento, el resultado sigue siendo muy, muy decente, porque las vistas son fenomenales. No obstante, nos vemos obligados a mencionar que la versión para PC tiene caídas en el framerate pese a lo prometido, e incluso llegó a colgarse el juego en una ocasión. Hasta que arreglen estos fallitos, creemos que Dark Souls III en PlayStation 4 es la mejor opción.

Eso si tienes donde elegir porque, en definitiva, con Dark Souls III, From Software ha marcado una delicada línea entre el reciclaje del viejo contenido y la recolección de los mejores momentos de los títulos anteriores. Lo cierto es que la brutalidad de la dificultad y el apego hacia los personajes logran crear una experiencia de juego muy inmersiva y distintiva, en la que seguramente invertiremos muchas horas y días de los próximos meses. Hidetaka Miyazaki y su equipo han creado el juego que, como fan que soy, deseo. Tras acabarlo una vez, sigo recordando esa última y grandiosa batalla y ya he empezado una segunda aventura, sobre todo porque los secretos y el omnipresente modo multijugador casi nos obligan a volver a vivir esta durísima, pero divertidísima experiencia.