Falcon y el Soldado de Invierno - Temporada 1

Aunque a veces sea bastante llamativa, explosiva y un poco pomposa, se podría decir que Falcon y el Soldado de Invierno fue diseñada para funcionar como un acercamiento algo más personal a los dos personajes que dan nombre a la serie. Siempre se han visto obligados a estar en segundo plano al lado de héroes tan emblemáticos como Iron Man o Thor, y esta era su oportunidad para brillar.

La idea de utilizar Disney+ para ofrecer historias más personales de personajes que siempre han quedado algo atrás respecto a los demás en las películas tiene mucho sentido. En la mayoría de casos, Falcon y el Soldado de Invierno cumple muy bien en ese aspecto, acercándonos más que nunca a Sam Wilson y Bucky Barnes, dándoles motivaciones, miedos y esperanzas que alimentan ese apego.

Como ejercicio narrativo en general, la producción de Disney es un éxito que puede crecer con más entregas en el futuro, pero me temo que eso no es todo, ya que hay ciertos puntos clave, momentos e ideas que la serie simplemente no es capaz de desarrollar por completo, o siquiera aprovechar adecuadamente. Eso, lamentablemente, dificulta la por otra parte eficaz ejecución de la misión principal de esta obra.

En primer lugar, la serie, a lo largo de sus seis episodios, sigue una curiosa tendencia a la hora de presentar personajes que, o bien no tienen un gran impacto en la historia, o bien no consiguen llamar la atención cuando están en pantalla. Aunque el trío central de John Walker (Wyatt Russel), Bucky Barnes (Sebastian Stan) y Sam Wilson (Anthony Mackie) está genialmente representado, hay muchas oportunidades desperdiciadas en conjunto.

El Baron Zemo de Daniel Brühl no está tan bien aprovechado como parecía que iba a estarlo, acaba añadiendo bastante poco a la trama general, aunque con algunos momentos clave en la segunda mitad de la temporada. Lo mismo se puede decir de Sharon Carter, que solo aparece brevemente como una antiheroína desconocida con poca influencia sobre todo lo que está sucediendo. Y sí, también podemos decir lo mismo de las Dora Milaje wakandianas y su líder Ayo. Ah, y del Bartroc de George St-Pierre, o de la Karli Morgenthau de Erin Kellyman.

Los Sin Banderas no son unos terribles villanos, y esa zona gris en cuanto a moralidad en la que se mueve la serie en lo referente al espionaje encaja muy bien con una organización así. Pero tarda muy poco, demasiado, en volverse algo demasiado caricaturesco. Morgenthau se convierte en un personaje bidimensional a la velocidad del rayo para encajar en el papel del villano típico.

Acaba siendo algo insulso, como si demasiados chefs hubieran improvisado con algo que había empezado siendo un plato elaborado con especial finura y los sabores se hubieran desparramado por todas partes. El penúltimo episodio hasta está repleto de montajes cliché con la reparación del barco de Sam. Durante 30 minutos. En una serie de 6 capítulos.

A pesar de todo, la serie está bien elaborada y los momentos importantes que protagonizan Stan y Mackie son suficientes como para mantenerla a flote. Como hemos dicho antes, si nos ceñimos a ella como una forma de conocer y ver a sus héroes titulares, funciona bien. Pero la cantidad de ruido que rodea a esto distrae tanto que es difícil de ignorar.

Dicho esto, quizá el ruido, el inconsistente uso de personajes adicionales, sería más soportable si la serie se hubiera amoldado a la duración tradicional con entre 10 ó 12 episodios. Habría servido para dar algo más de aire al conjunto y establecer unas motivaciones importantes para todos esos personajes desperdiciados, y también nos habría servido para perdonar esos momentos en los que la serie se desvía de su camino. Pero no es así. Son seis episodios y eso no evita que molesten esos desvíos.

En el corazón de Falcon y el Soldado de Invierno hay una serie genial con Sam y Bucky intentando encontrarse a sí mismos en un mundo sin el Capi y un escudo que ha llegado a las manos de alguien que, claramente, no estaba emocionalmente preparado para algo así. Además, se inclina mucho hacia la cuestión clave de Civil War respecto a cómo encaja el simbolismo con la gravedad de las acciones de un héroe. Es un tema fascinante, ojalá hubiéramos tenido tiempo para profundizar en él como se merece.