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Final Fantasy XV

Final Fantasy XV - pre-análisis

Primeras conclusiones tras perdernos en el mundo de Eos con Noctis y sus amigos.

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Valga por delante que soy fan confeso de Final Fantasy. He crecido, he vivido momentos únicos, he llorado, he reído (a carcajadas como Tidus) con la saga. Quería aclarar esto antes de nada porque mi punto de vista es el de alguien con un nivel de exigencia de cara a cada nueva entrega que solo es medible por el bagaje que ya tiene la franquicia a sus espaldas.

El caso de Final Fantasy XV es especial. Cuando supe de Versus XIII apenas era un mocoso que subía fotos a Tuenti sobre el juego fantaseando con los colegas sobre quién era Noctis y qué papel tenía Stella en la trama. Por aquel entonces para mí era impensable que diez años después desaparecería Tuenti, mi preadolescencia y la propia Stella. He esperado demasiado tiempo como para hacer un análisis superficial sobre aspectos que parecen solo importar a quienes nunca han tocado la saga.

Tras superar los dos primeros capítulos del juego, participar en batidas cazando monstruos e invertir un buen número de horas en todo tipo de encargos, quiero expresar qué me está pareciendo Final Fantasy XV para quienes aún tienen un brillo en los ojos cuando recuerdan a personajes como Vivi o tararean la emblemática ópera de Final Fantasy VI. A ellos va dirigido este texto y espero que así lo entiendan los neófitos que creen encontrar en esta entrega un acercamiento a juegos como Skyrim o The Witcher. Ya adelanto que no es el caso.

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Hajime Tabata, director de Final Fantasy XV, explicaba que como jugador de la saga quería hacer un título que recuperase la esencia de antaño y a la vez diera un paso adelante. Una mirada al pasado para poder vislumbrar el camino que tiene hacia adelante, como la carretera en la que Noctis y su pandilla se encuentran al principio del juego. El Regalia, el vehículo real que años atrás usaba el rey para sus viajes, se queda parado en mitad de la nada y el grupo tiene que empujarlo unos metros hasta llegar a una gasolinera cercana. Así comienza una historia con un gusto exquisito por los pequeños detalles y la cotidianidad, como si quisiera rehuir (al menos de base) de la épica exacerbada y a veces ilusoria de otras entregas.

No voy a hablar demasiado sobre el argumento, pero conviene mencionar que es imprescindible haber visto Kingsglaive, la película que sirve para situar los acontecimientos de la trama. Sin la cinta es difícil entender los sucesos del juego y aunque de vez en cuando aparecen escenas extraídas del largometraje, solo es un mero recordatorio de momentos inconexos que pueden incluso confundir más a quien no sepa nada del reino de Altissia y las intenciones del ejército de Niflheim.

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Tras lo que ocurre en la película, Noctis tiene que reencontrarse con Cor el Inmortal (amigo y protector de su padre) y recorrer los mausoleos de la familia para imbuirse del poder de sus antepasados. He recorrido los dos primeros y lo que era una mazmorra en el interior de una cueva, pero la exploración de los escenarios se limita a pasillos con bifurcaciones que no invitan a salirte de una ruta preestablecida. Es una pena que el mundo abierto no se traduzca en localizaciones con más libertad en el modo de afrontar los retos, pero aun con todo, hay que resaltar el peso del guion, pues es lo suficientemente elaborado como para tener siempre en mente cuál es el objetivo que se persigue y las motivaciones que nos arrastran a ello.

En el contexto de una gran guerra, conflictos políticos y una boda real que corre el riesgo de no realizarse, Final Fantasy XV se interesa por lo ordinario para construir una trama que centra el foco de atención en los anhelos y recelos de sus personajes. Cuenta Tabata que la idea de crear un 'road trip' viene de sus años de estudiante cuando viajó por Europa y solo se dedicaba a comer y a pasarlo bien con los amigos. En esos años, las preocupaciones de un joven no son las mismas que cuando se hace adulto y lo mismo ocurre con Noctis, Ignis, Gladio y Prompto. Como en toda pandilla hablan acerca de cosas intrascendentes, sobre cuánto les duelen los pies tras andar durante horas o lo mucho que le mola a Prompto la chica que regenta el taller de coches, Cindy.

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En Hammerhead, la gasolinera del inicio del juego, hay mucho por hacer. Allí conocemos a la propia Cindy que tras coquetear un poco se ofrece a arreglarnos nuestra "dama" (así se refiere al Regalia). Pero también está Cid, su abuelo y quien no duda en tachar a Noctis de ser un tirillas en comparación con la porte y actitud de su padre. Son pequeños gestos que dan realismo a un mundo con claros aires fantásticos. Que lo primero que hagamos al llegar a un pueblo sea ir a un bar a hablar con el dueño para que nos cuente qué hay en los alrededores es un concepto interesante y a la vez práctico.

El coche es un excelente método de transporte para ir a las misiones más alejadas del mapa, permitiendo ir en un modo automático en el que Ignis conduce o de forma manual en la que Noctis va al volante. A pesar de la comodidad que reporta y las opciones de personalización que te da desde el inicio del juego (sí, ya me he comprado la banda sonora de FF IV y FF VIII), está muy limitado y si el objetivo está lejos de una carretera, te tocará patear o alquilar un Chocobo si has llegado a ese punto de la historia. Es entonces cuando las distancias dejan de ser un problema y pasan a ser un disfrute solo por ver al grupo a lomos de las míticas monturas.

Es cierto que no son tan rápidas como el coche, pero se controlan de forma más libre y pueden alquilarse en máquinas estacionarias por varios días. Cuentan con una barra de estamina para trotar y saltar, además de que a medida que suben de nivel participan en las batallas. La misión para desbloquearlos era una versión actualizada de la caza del Bégimo que se mostró en el Episode Duscae y nutre al juego de un elemento diferenciador tras horas en las que no hay mucho más que hacer que matar enemigos de forma rutinaria. Aquí toca esconderse, seguir a la criatura hasta su guarida sin ser detectado y planear una buena estrategia si queremos salir ilesos usando por ejemplo la magia piro en los barriles inflamables de la zona.

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Eso sí, también hay problemas que ya empezamos a vislumbrar en estas primeras horas. Los encargos son tan numerosos como en su gran mayoría intrascendentes. Hasta ahora solo han sido una sucesión de misiones en las que ir a un lugar del mapa, acabar con un grupo de enemigos y volver a por la recompensa. El problema no es la ejecución, pues no es el primer juego que basa su rejugabilidad en este tipo de objetivos, sino el trasfondo. No hay motivaciones tras las peticiones de los personajes y eso resta interés a lo que hacemos.

Por supuesto hay excepciones y determinados PNJ cuentan con una serie de quests que prometen extenderse durante toda la trama. Dave, por ejemplo, es un cazador que busca las chapas identificativas de sus compañeros caídos; o Dino, un periodista con el que tenemos que colaborar ante la preocupación de que se sepa en la prensa que el príncipe sigue vivo y fuera del reino. A todo esto se suma el gusto que dan los minijuegos de pesca o las fotografías de Prompto, que han hecho que me tome más de un descanso en las hogueras por revisar entusiasmado sus capturas.

Había muchas preocupaciones en torno al sistema de combate, pero todas han quedado despejadas nada más coger el mando. Sin necesidad de tutoriales, el juego te introduce de forma inteligente en mecánicas sencillas de aprender, pero difíciles de dominar. No es un machacabotones ni tampoco el sistema de estrategia definitivo, pero ofrece muchas posibilidades. Ciertos enemigos son vulnerables a armas concretas, se pueden realizar combos de gran espectacularidad con otros compañeros y, sobre todo, es importante la posición desde la que ataquemos. Al igual que pasa en Xenoblade, hay que buscar la espalda del enemigo para causar más daño y obliga a estar moviéndonos continuamente.

El principal problema es que hasta ahora la dificultad es mínima y es fácil acabar con los enemigos, aunque te lleven varios niveles por encima. Me preocupa que esto se acentúe más adelante, pues el enfrentamiento con el primer jefe ha sido excesivamente sencillo. El sistema de magias no ayuda tampoco, pues permite combinar varias para crear otras más fuertes. Si somos previsores e invertimos toda la que encontramos (son consumibles que se extraen en menas situadas en el mapa), podemos crear magias tan poderosas que rompen el equilibrio con los enemigos.

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En el plano técnico, el parche de lanzamiento de más de 9 gigas solventa algunos errores a nivel de rendimiento y con la cámara. Juego en una PS4 Slim y en todo momento el juego se mueve de forma estable, destacando tan solo los elevados tiempos de carga al comienzo de cada capítulo. En este sentido, el trabajo de Square Enix es digno de alabar comparando el resultado con lo visto en builds preliminares.

Aún me queda una gran historia que contar en el mundo de Eos y ya he vivido momentos en los que algo se ha agitado dentro de mí. No es solo que Prompto tararee el clásico tema de batalla, que a veces responda con un 'allé voy' o que me venga arriba escuchando One-Winged Angel, es mucho más. Siento que soy parte de ese grupo de amigos y cómo poco a poco van perdiendo una inocencia que también deja mella en mí. El guion va siempre hacia arriba y no sé en qué punto tocará techo. Aún es pronto para advertir cómo se resolverá esto más adelante y si el mundo abierto puede acabar afectando al argumento, pero por el momento no puedo apartar la vista de la pantalla.

El gran reto de Square Enix no era contentar a quien nunca ha tocado la saga o reconciliarse con un público que siente animadversión hacia todo lo japonés, sino cautivar al fan de siempre. Sí, los personajes presentan una estética anime, sueltan frases kawaii y se siente orgulloso de cada cliché propio del JRPG; pero si perteneces a ese nicho de jugadores que disfruta con todo lo anterior, puedes abrazar a Final Fantasy XV tranquilo.

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