Análisis de Kingdom Hearts: Melody of Memory

A estas alturas nadie se va a asustar de ver un spin-off de Kingdom Hearts, pues hay más desviaciones que capítulos de la serie principal. Pero ninguno es como Melody of Memory. Decicuarto videojuego basado en esta alianza entre Disney y Square Enix, y algo muy distinto a todo lo demás, pues es una celebración de las soberbias bandas sonoras que ha ido dejando en forma de acción rítmica. Contiene 140 temas bien conocidos por quienes han jugado estos títulos, un museo repleto de ilustraciones y otros detalles para coleccionistas y modo World Tour que recapitula los 18 años de la saga.

Hay que entender su mecánica como la de un juego de avanzar automáticamente o endless runner, en el que los personajes corren siempre hacia adelante en cada nivel sin que el jugador pueda controlar su dirección. A su servicio tiene una terna de héroes que atacan con su espada a lo que se les venga encima con tan solo pulsar un botón. Además del golpe básico, también hay que saltar para esquivar proyectiles y deslizarse para recoger notas musicales, o incluso hacer algunos combos pegando en equipo. Cada movimiento resulta en una puntuación (fallo, buena, genial o excelente) dependiendo de la precisión y la racha acumulada.

Con tantos elementos volando hacia ti (o tú hacia ellos, que da lo mismo) en la dificultad normal, cuesta un poquito acostumbrarse, pero no hay sensación de complicación. La respuesta a las pulsaciones es directa y rápida, así que basta con dedicarle un poco de tiempo a cada nivel hasta aprenderse los fragmentos y automatizar procesos. Se agradece que haya tanta variedad de opciones de dificultad, porque a esta fiesta debe estar invitado todo el mundo. Lo decimos por el modo especial Un botón, que lo dice todo con su nombre, y por el modo Performer de extremo opuesto, que multiplica la dificultad por diez.

Para evitar que todo sea demasiado plano, hay situaciones un poco distintas como las peleas contra jefes invitados de los juegos RPG o los niveles totalmente musicales, en los que no hay enemigos y te sientes como en Guitar Hero, siguiendo la melodía a base de cazar notas y completar algún truco especial como sujetar el stick en una dirección determinada. Son momentos especiales y como tal, Square Enix ha creado un pequeño para que trates de disfrutar de esa escena de fondo mientras juegas. Sin embargo estos dos tipos de niveles no están tan bien acabados como la mecánica principal.

El modo principal de Kingdom Hearts: Melody of Memory es World Tour, que es un viaje en nave espacial por todos esos mundos Disney que ha ido visitando la saga, esta vez en orden cronológico. Una vez desbloqueados, el mapa a lo Super Mario te permite volver a cualquiera en cualquier momento para repetir partida y tratar de cumplir más objetivos y ganar estrellas, superar la puntuación o probar un nivel más complicado. No siempre consiste en llegar al final o superar una marca de puntos, también hay otros retos como acabar con una cantidad de vida concreta, por ejemplo.

Es una forma de organizar el contenido muy atractiva para después ir acumulando más y más canciones, pero tiene sus puntos negativos. El primero, que aunque haga un resumen de la historia de Kingdom Hearts, no es nada recomendable tomárselo como una forma de empezar a comprender su argumento. Yo no estoy muy puesto en esta trama y los trozos narrativos extra que he ido desbloqueando solo han servido para que me líe más. Tampoco me ha gustado lo encorsetados que están los equipos a la hora de escoger personajes, porque hay algunos como Simba, Bestia o Aladín que solo funcionan como invitados en momentos concretos.

El museo interior, por contra, sí es una pasada. Estamos hablando de juegos con mucha belleza y un gran talento artístico en los diseños, así que poder conocer más sobre cómo se llevaron a cabo las adaptaciones y conocer todo el proceso creativo es una gozada. También han incluido las escenas de vídeo y hay un reproductor para escuchar toda la música, que con una versión como la de Nintendo Swith se antoja una gran compañía en viajes. Todo está está integrado con la partida en forma de recompensas, así que esforzarse y ganárselo, un buen incentivo.

Curiosamente, Square Enix también ha añadido un modo multijugador versus para competir contra otras personas online u offline. No es un duelo directo, sino que consiste en acumular más puntos que el contrincante, aunque sí se pueden utilizar ítems para ponerle un poco de picante. Por ejemplo, en una de estas partidas alguien me lanzó un hechizo que borraba las marcas en pantalla, así que tenías que averiguar cuándo pegar coordinando vista y, sobre todo, oído.

Kingdom Hearts: Melody of Memory es muy divertido y un buen ejemplo de cómo se puede hacer un juego rítmico que funcione bien y también tenga acción. La mecánica funciona bien, pues la compañía ya lo traía verificado de Theatrhythm Final Fantasy. Y con ese pasado visual y musical, no solo tiene contenido de sobra, es que además se puede permitir el lujo de montarse un museo de visita obligatoria. Eso sí, que nadie se piense que se va a enterar de 18 años de trama de golpe, porque esa misión no la cumple.