Como podéis leer con mayor nivel de detalle y dentro de contexto en nuestras impresiones de Red Dead Redemption 2, escritas tras dos horas de gameplay, el objetivo de Rockstar en este viaje al lejano oeste está marcado por alcanzar un nivel de detalle, precisión y profundidad pocas veces (o nunca) visto en un videojuego. Uno de los elementos que se beneficias de esta labor minuciosa es la personalización de armas.
El jugador va a tener multitud de alternativas a la hora de adecuar sus pistolas, rifles y escopetas. Para poder acceder a este amplio menú hay que visitar una armería, un local disponible en todas las ciudades. Una vez allí, y con las piezas ya adquiridas o el dinero necesario para comprar nuevas, es posible ir cambiando elementos como el cañón, la boca o la empuñadura, por poner unos ejemplos.
El objetivo principal es ir modificando las características técnicas de cada arma para que se ajusten mejor a la forma de disparar de cada jugador. Pero se trata solo de sustituir para mejorar, también es cuestión de imagen, como a la hora de escoger el material del que está hecho el agarre. Porque quién no quiere hacerse un revólver completamente de oro, aunque sea muy pesado.
Unas armas que, además, hay que mantener en buen estado mediante la limpieza y el mantenimiento adecuado, o su precisión y potencia irá decayendo con el uso. El maestro armero también puede echar una mano en estas tareas, aunque cada uno puede dejarse la suya lista en el campamento base de Red Dead Redemption 2, ese al que tanto acudiremos cuando se estrene el juego el próximo 26 de octubre.