Little Big Planet - impresiones Vita

Pero el muñeco marrón no parece muy aventurero de primeras. Así que antes que nada hay que engalanarlo. En la versión preview que hemos estado probando de Little Big Planet, ya había una cantidad casi infinita de utensilios para hacerlo. De las zapas al pelo, de la barba a los ojos: es fácil perderse horas y horas simplemente caracterizando a tu Sackboy.

Una vez puesto de punta en blanco, prestamos atención a la nueva historia de Little Big Planet, para echar un vistazo a los interesantes mundos que ha diseñado la comunidad y para demostrar que podemos hacerlo igual de bien con nuestros propios planetas.

En el modo Historia esperan cantidad de mundos que demuestran lo variada que será realmente esta versión de PS Vita. Lo familiar se mezcla con la novedad: Sackboy se presenta en primer lugar en un mundo futurista para 'hackear' un ordenador y obtener información valiosa. Es una misión sencilla gracias a las funciones de la nueva portátil.

Con las opciones táctiles quitamos las cajas azules que bloquean el paso, admirando cómo aparecen nuestras huellas para luego desvanecerse en cada bloque que tocamos con los dedos. Las cosas se aceleran cuando nos persigue un láser rojo, pero con el stick izquierdo y tocando la pantalla llevamos al muñeco hasta el siguiente punto de guardado.

También es útil la zona táctil trasera de la consola, pues permite apartar bloques más grandes de la pared. Con un dedo podemos bloquear el dichoso láser con unas cuantas cajas. Cuando Sackboy accede a una plataforma más pequeña puede deslizarse hasta el otro lado del nivel con solo inclinar la PS Vita.

Pese a estos nuevos elementos, se trata de una experiencia Little Big Planet inmediatamente familiar. Los controles son suaves y todo luce con gran detalle y definición.

La situación es bien distinta más tarde, esta vez en un mundo que recuerda poderosamente a joyas indie como Limbo o Super Meat Boy. Tocando la pantalla controlamos una masa negra con grandes ojos blancos en un bosque contrastado y estilizado. El objetivo es liberar de sus jaulas a otras masas más pequeñas (blancas y con los ojos negros) a través del nivel. Nuestro pegote negro rescatador es capaz de saltar de pared en pared, pegarse en el moco verde, deslizarse por el hielo o rebotar en el líquido azul.

Este último material viene muy bien cuando quieres saltarte unos peligrosos dientes de sierra. Si fallas, llega la frustración: incluso tan cerca del final del nivel, la ausencia de checkpoints te devuelve al principio. Aun con este problema, los niveles demuestran ser muy adictivos una vez te acostumbras a los controles, así que esperamos volverlos a jugar en la versión final del juego.

Para los que piensan que estar solos en estos mundos es solo la mitad de la diversión, sabed que podéis uniros a las partidas de otros jugadores en cualquier momento o dejarles tomar parte en las vuestras. Probamos el modo Versus, en el que controlamos a una pequeña tanqueta para intentar disparar al adversario. Contemplando el campo de batalla a vista de pájaro, esquivamos las casas y aprovechamos pequeños edificios como mesas de pinball improvisadas, sorprendiendo a los rivales con los rebotes de los disparos.

Sin embargo, esta actividad se hace repetitiva muy pronto y no ofrece demasiada variedad pasadas unas rondas.

Para que no cunda el aburrimiento también hay una carrera de circo, donde intentamos llegar a la meta lo antes posible para conseguir unos puntos extra. Procuramos saltar a través de los aros, agarrarnos en barras acrobáticas y propulsarnos desde los trampolines. Después de todo, ¿quién necesita tomarse un descanso cuando puedes aceptar los desafíos de otros jugadores en mundos que ellos mismos han creado?

Da igual dónde estemos o lo que decidamos hacer: siempre nos acompaña una banda sonora deliciosamente buena, capaz de aportar mucho a la ambientación y de que queramos volver a jugar algunos niveles sólo por volver a escuchar los temas. Esperamos que canciones como estas sean la norma en el juego completo.

La pasión que se ha invertido en este juego y lo bien que se lo han pasado haciéndolo queda patente incluso en las primeras horas con él. Es tan bueno como sus hermanos de consola de sobremesa y las funciones de la portátil se han integrado con delicadeza y sin forzar.

Si el juego completo es capaz de convencernos tanto como esta versión previa, entonces Little Big Planet tiene el potencial de convertirse en uno de los indispensables de la PS Vita, y sin duda una buena razón para adquirir la consola.