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Mi pequeño drama familiar con una Switch, un sobrino y los micropagos

Cómo el descontrol en los pagos de consumibles y skins puede afectar incluso a personas informadas y atentas.

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Eran cerca de las once de la noche de domingo cuando sonó el teléfono. No era normal que mi prima me llamara a esas horas, y menos sin un Whatsapp de preaviso. Estaba despierto, probando el Mario Kart Home: Live Circuit que por fin me han traído los Reyes Magos con un mes y medio de retraso. El coronavirus, que retrasa los desarrollos y también los encuentros personales. El motivo de la llamada, la razón por la que tenía que ser a mi, eran los micropagos.

"7,19 euros, 7,19 euros, 7,19 euros otra vez 7,19 euros". Mi prima me contaba con un notable enfado que acaba de darse cuenta de varias notificaciones idénticas que habían llegado a su cuenta corriente. El origen, la eShop de la Nintendo Switch que mi pareja y yo regalamos a sus mellizos por su no-comunión, en mayo. Hasta navidades, había sido una consola a la antigua, desconectada de la red y solo habilitada para el par de títulos en físico que tenían, pero desde hace un par de meses está plenamente activa, para lo bueno y para lo malo.

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Los micropagos gastados por menores de edad sin consentimiento de los padres son un problema mucho más habitual del que uno piensa, aunque solo llega a los titulares cuando el asunto es tan grave que una familia no puede pagar el alquiler. En el caso que me toca de cerca, era la segunda vez que ocurría. En las fiestas, me contó asombrada -pero intentando dejarlo pasar- que los niños se habían gastado más de 200 euros en Animal Crossing: Pocket Camp como quien no quiere la cosa. La cantidad, esta vez, era muy inferior, pero se sintió indefensa al pensar que se había protegido tras la conversación que tuvimos unas semanas antes.

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En mi opinión, la responsabilidad de que los hijos compren online sin consentimiento es de los padres, pues solo ellos deben tener acceso a los métodos de pago. Hay una forma muy sencilla de evitarlo: no dejar nunca guardados números de tarjetas de crédito y similares. Por mucho que las compañías usen todas sus artimañas para el engaño, como dejar marcadas las casillas de guardado por defecto y plantar en tu cara las pantallas de gasto sin vergüenza ni mesura, un consumidor responsable debe estar atento a todo y hacer el esfuerzo de introducir el pin en cada compra (o tener una tarjeta monedero guardada con un dinero mínimo, que también puede funcionar). Pero hasta una persona informada y atenta puede estar expuesta porque comprar online es extremadamente fácil.

Le había soltado todo mi discurso al activar la cuenta eShop, sobre todo sabiendo lo que pasó con el juego para móvil, y por eso fue ella misma la que hizo la primera compra: Among Us. Incluso se aseguró de borrar los datos de la tarjeta, por eso se preguntaba qué estaba pasando, cómo podría haberse hecho el pago. Videollamada en mano y con la cámara apuntando a la pantalla de su consola, empezamos a repasar el perfil en busca del fallo. De fondo, su marido, poco hábil con la tecnología, aseguraba que él había estado supervisando al niño y jugando con él a Fortnite y "el Call of Duty de Switch", que tenía que haber un error y era necesario contactar con el servicio de atención al cliente.

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Tengo la impresión de que la suya va a ser una reclamación perdida. Al menos, conseguimos detener la sangría. Resultó ser la cuenta de PayPal la que estaba guardada en forma de cuenta de correo electrónico y a través de ella se hicieron los pagos. Mi sobrino segundo confesó que ya tenía diez skins del juego de Epic Games en su perfil (me había enseñado antes la de Mandalorian, aunque el pase de batalla se lo habían comprado regularmente), pero no descarto que el padre también hubiera hecho algún gasto en su shooter free-to-play.

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Me quedan todavía un par de dudas y alguna sospecha sobre este caso de uso y abuso de los micropagos, pero esas ya las debatiremos cuando nos podamos volver a reunir en familia. Por cierto, nuestro regalo en estos reyes tardíos para ellos fue una tarjeta eShop de 25 euros, esa forma tan sencilla de evitar la inseguridad que sigue provocando el comercio online a algunas personas. Se la hicimos llegar el sábado; en la noche del domingo el saldo era de 1,01 euros porque habían comprado de consenso entre los dos hermanos Just Dance 2020. Así sí.

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