Análisis de Penny Punching Princess

El dinero mueve el mundo, o al menos eso es lo que dicen. Al fin y al cabo, el capitalismo es lo que define a la sociedad actual en prácticamente todas las partes del mundo. Las épocas malas como la grave crisis económica de esta década hacen que vuelva a estar en las conversaciones, en las calles, en los debates, en la televisión y en el cine. Por qué no también en videojugos, como en este Penny Punching Princess de Nippon Ichi Software. Aquí todo va de dinero, beneficios, sobornos y cualquier cosa que tenga que ver con la pasta.

Si lo que estáis esperando es un elemento crítico sobre esta forma de relaciones de producción y sociales que ha dividido a los intelectuales durante los últimos dos siglos y medio, lamentamos decir que no es el caso. Por mucho que nos digan que este proyecto va sobre el capitalismo, en lo que se parece a esa teoría/sistema tan amplio es que va de sacarle los cuartos a la gente. Pero en realidad es un juego de acción arcade con sobredosis de monedas.

Penny Punching Princess cuenta la historia de una princesa sin nombre que acotumbraba a ser noble y amable. Pero por culpa de las deudas contraídas por su padre no solo perdió a su familia, también a todo el reino. Y desde entonces es una monstruo desalmado que va por ahí impartiendo 'justicia' a los prestamistas que hicieron negocio con los Dragolean. Ah, y por alguna razón hay un escarabajo llamado Sebastian que es su sirviente, y que sirve, hasta donde podemos contar, para dar algunos consejos y poner al día sobre lo que está pasando.

Lo podemos llamar trama porque acostumbramos a hacerlo así, pero son solo unas líneas de guión para poner un contexto al mundo en el que nos movemos. En Nippon Ichi saben que no van a ganar ningún premio por eso. Y mientras te piensas si pasar las conversaciones en texto rápido o no puede que te encuentres alguna frase un poco curiosa, pero la mayoría es una pérdida de tiempo.

Para divertirse está el combate. Es un beat'em up de vista cenital y ritmo rápido e intenso, con enemigos repartidos por zonas y un jefe al final de cada nivel. El control básico consiste en ataque fuerte, débil y esquivar, y además hay una barra recargable que sirve para activar una serie de habilidades. Pero lo bueno llega con el poder de la calculadora, tal cual. Es lo que da consistencia al título y un tanto complejo, pero vamos a trata de explicarlo de forma sencilla.

Cuando pulsas el gatillo trasero izquierdo (ZL porque hemos jugado en Nintendo Switch) aparece en pantalla una calculadora. Con el d-pad puedes meter cifras con la cantidad de dinero que tienes, que será la que puedas gastar en una serie de power-ups que cambian la potencia al peso en cobre. Pero hay más. Cuando la Princesa se convierte en contable puede soltar sus armas tradicionales y ponerse a sobornar a los enemigos en pantalla y hasta a las trampas para que se pongan de su lado.

Todas estas técnicas dependen mucho del uso de los gatillos y de la cruceta, y como os podéis imaginar puede ser un poco lioso. El mayor problema de este título, de hecho, es que las mejores acciones son un poco farragosas de ejecutar. A todo esto hay que sumar que los malos no se dejan engañar tan fácilmente, es decir, que la partida continúa mientras tú te pones a ver a quién compras su voluntad de lucha y por cuánto. Hay momentos de tensión en los que es bastante duro y acabas por fracasar.

Y es una pena porque la mecánica es divertida y hace que la partida sea bastante distinta a cualquier beat'em up al que hayas jugado antes. Al principio, en el tutorial, pensamos que no íbamos a usarla para nada y al final se ha convertido en nuestra favorita. Además, es obligatoria saber usarla porque permite mantener a los enemigos alejados y además tiene más poder de ataque que tu personaje.

Por si fuera poco, también sirve para comprar súbditos para el reino. No es que vayas a construir un juego de evolución como en Ni no Kuni 2, pero dependiendo de quién se venga vas a poder fabricar unas cosas y otras, así que no hay que despreciar a nadie. Todo esto se hace entre pantalla y pantalla. En esos momentos tranquilos se abre una ventana para estudiar enemigos, mejorar habilidades, construir y consultar tutoriales. No vamos a decir que estamos ante un RPG, pero al menos transmite una sensación de progresión y evolución agradable.

Decíamos al principio que en esto va del intercambio de los medios de producción capitalista, perdón, de la contratación mediante soborno a los enemigos para que se cambien de bando. Pero como la explotación no es suficiente, también hay que robar un poco de lo que tengan en sus bolsillos. Eso se consigue dejando a los enemigos en un estado de shock, momento en el que puedes darles la vuelta y sacarles hasta el último euro que tengan para el bocadillo. Es otra forma de mantener el juego siempre activo, no es tan difícil de ejecutar y además llena bien las arcas para hacer frente a las inversiones futuras sin tener que recurrir al endeudamiento.

Penny Punching Princess es un juego con unas ideas muy buenas que empieza muy bien, pero que se complica cuando avanza si no consigues la destreza necesaria con el control. Cuando no hay lío es una delicia, colorida y variada, pero cuando la calculadora se mezcla con diez enemigos, cuatro trampas y un jefe dan ganas de tirar el mando. Es un reto, ahí lo dejamos.