Sketchbook: Cómo empezar a dibujar (Disney+)

Aunque siempre asome algún garabato en la lista de la compra o un dibujo sin sentido en el bloc mientras tomo notas de un juego, llevo años peleado con el lápiz. No es por mí, tampoco es por él. Supongo que será por la edad, el estrés, la falta de tiempo... Las excusas típicas que te llevan a alejarte de aquellas pequeñas cosas en las que antes podías invertir horas y horas y que me llevaron a aceptar sin dudar cuando Disney nos ofreció la posibilidad de ver Sketchbook: Cómo empezar a dibujar, antes de su estreno en Disney+.

Sketchbook se estrena en la plataforma de streaming el próximo 27 de abril y he podido ver los seis capítulos que componen su primera temporada. Son seis pequeñas pinceladas, esbozos de poco más de 20 minutos que te llevan a conocer un poco más sobre algunos de los nombres de los que solo nos percatamos cuando, por alguna misteriosa razón, nos detenemos a leer los créditos de las películas de la compañía, mientras se te anima a coger papel y lápiz para seguir las pautas de los maestros.

Todo se presenta, eso sí, a través de varias de las figuras más importantes del historial cinematográfico de Disney: Simba, de El Rey León; el Genio, de Aladdín; Olaf, de Frozen; Mirabel, de Encanto; Kuzco, de El Emperador y sus Locuras; y el Capitán Garfio, de Peter Pan. Esos son los seis personajes que esta serie/documental nos quiere enseñar a dibujar, dedicando cada capítulo a cada uno de ellos, mientras varios de los artistas de Disney Animation Studios nos enseñan tanto cómo se dibuja lo que hay en el papel como lo que hubo hasta llegar ahí.

No voy a negar que Sketchbook, en ocasiones, parece moverse en tierra de nadie. La duración de cada episodio es demasiado corta como para poder profundizar en cómo se dibuja a cada uno de estos iconos, tanto que a veces parece durar un suspiro. Y, por otra parte, las historias que cuenta se relatan de forma tan breve que apenas tocan superficialmente la historia de cada dibujante, guionista o animador que aparece.

Es imposible acercarse a esta docuserie pensando que se trata de una serie de tutoriales para aprender a dibujar desde cero, de una clase que explica técnicas o secretos tras los diseños de Disney. Tampoco puede abordarse pensando en un largo documental dedicado a la trayectoria de cada uno de los artistas que pasan por la pantalla. Ambos enfoques son un error, porque esto va de otra cosa.

Va de conocer algunas curiosidades de Eric Goldberg, el mago que dio vida al carismático Genio; de descubrir que a veces hay que dejarse llevar sobre el papel como lo hace Gabby Capili al dibujar a Kuzco; de cómo aprender a convertir algo negativo en energía con la que crear, como le pasó a Hyun Min Lee antes de asumir la animación de Olaf; o de ver que no cejar en nuestro empeño puede depararnos grandes cosas, como descubrió Mark Hen antes de dar vida a Simba. También va de aprender sin percatarse, de descubrir vivencias y, al final, de mover ese lápiz que tanto tiempo llevaba en el cajón.

Es una mezcla de historias personales con pequeñas pautas y patrones (que a veces se suceden demasiado rápido como para poder seguir bien el ritmo del dibujo) con las que compartir más que una enseñanza, una historia. Pequeños detalles sobre rasgos de cada personaje, anécdotas de boca de estos artistas y, sí, también algún consejo y hasta pequeñas manías personales de cada uno de ellos a la hora de dibujar. Su enfoque es algo más íntimo y más cercano de lo habitual cuando estás ante algo que quiere enseñarte. Pero en el fondo es porque, sobre todo, busca que te sientas cómodo mientras asimilas sin darte cuenta pequeñas lecciones de dibujo.

Aun así, creo que Sketchbook funciona mucho mejor si lo que se busca es animar a un niño a dibujar aprovechando el encanto de la selección de personajes que han hecho. ¿Quién no conoce al Rey León? ¿Quién no ha visto Frozen? Son alicientes perfectos para dar el salto y empezar a trazar en papel. Sin embargo, la celeridad con la que se aborda el dibujo va a obligar a más de un pequeño, incluso a más de un adulto que ya tenga experiencia con el lápiz, a pausar, observar y rebobinar si quiere terminar cada capítulo con un nuevo dibujo terminado.

Lo sé de buena tinta, porque lo he abordado con lápiz y papel, siguiendo los bocetos, y asintiendo en más de una ocasión al escuchar recomendaciones como trazar las líneas rectas con el brazo en lugar de la muñeca, o hacer muchos trazos suaves hasta ir perfilando el que más se adecua a la forma que busco. No enseña mucho si ya has experimentado bastante antes, pero sí logra que aprendas más de lo que parece. Esos consejillos que cuelan, esas pequeñas manías de las que hablan y, sí, también las historias personales que comparten. Todo aporta, quizá a veces en menor medida de lo que me habría gustado, pero no deja de sumar.

Un poco más de tiempo en cada capítulo y un dibujo más pausado habrían hecho de Sketchbook un muy buen compañero a la hora de aprender a dibujar a personajes Disney. El resultado, al final, es un cúmulo de anécdotas, de trayectorias vitales y profesionales y de trazos que, replicados, se convierten en algunos de los personajes más famosos de la historia del cine. Y aun así, aunque me haya parecido que flaquea un poco en lo didáctico, me ha dejado un buen sabor de boca. De hecho, me ha ayudado a reconciliarme con el lápiz. Y al final, eso era lo importante.