Análisis de Spelunky 2 - Hasta la muerte

A parte de un juegos de Bungie con los que me he viciado cosa mala, los otros dos a los que más horas he echado en esta década han sido Crusader Kings 2 y Spelunky. Qué curioso que haya llegado una nueva entrega de ambos prácticamente a la vez. Mossmouth acaba de estrenar Spelunky 2 en PS4 y en unos días estará en PC, una combinación magistral de elementos roguelike con gameplay pixel-perfect.

Cómo me alegra poder transmitir la calidad que hay en el diseño de plataformas de esta segunda parte y la justicia que hace con uno de los indies más importantes jamás hechos. Los dos estudios a cargo, pues Blitworks también ha colaborado, han sido capaz de coger todo lo que hizo especial a Spelunky para ampliarlo, y el resultado es un juego repleto de secretos, acción, esperanza, desesperación y más vidas perdidas de las que quisiera tener que admitir.

La muerte es una parte pivotante de la dinámica de juego. La dificultad es bestial y no perdona una. Pero no es injusto, aunque a veces pueda ser cruel, pues la mayor parte de ellas se produjeron porque no estaba prestando la atención suficiente y, por tanto, o pasé por alto una trampa o no interpreté adecuadamente una pista o intenté un imposible que acabó en tragedia. Siempre puedes encontrar una causa, por tonta que sea, en cada muerte, de ahí que te deje con la sensación de que lo puedes superar y no de que es imposible.

Como comentaba, implementa mecánicas propias de los roguelike como son la muerte permanente o la generación semialeatoria de escenarios, así que cada vez que vuelves a empezar el mundo es más o menos nuevo. Como su predecesor, el diseño procedimental es casi siempre muy bueno, sin embargo, hay un par de novedades que garantizan que las trampas y los enemigos te van a coger por sorpresa y, si caes, será una sentencia de muerte.

Esa realidad tan dura y cruel choca frontalmente con una historia muy tierna. Eres Ana, la pequeña de Guy, y tienes que ir a la luna a buscar unas piezas. Allí te encuentras unas galerías subterráneas misteriosas en la que comienza la nueva aventura. Por su aspecto colorido y su banda sonora, podrías pensar que Spelunky 2 es un juego infantil, pero las apariencias engañan y Ana - o cualquiera de los otros personajes desbloqueables que van a ir apareciendo bien pronto - masacra enemigos a latigazos, bombazos o empujándolos a pinchos letales.

Prácticamente todo lo contado hasta aquí se puede aplicar a la primera entrega, pero no faltan las novedades. En particular, en la sección inicial, en la que pasas unas cuantas horas. El primer mundo, que se divide en cuatro niveles, se parece a las cuevas de antaño pero con enemigos nuevos. Les tengo mucha manía pero están muy bien ideados y provocan quebraderos de cabeza distintos a los anteriores. Cuidado con los lagartos y con los topos, que no perdonan.

Solo estos primeros cuatro capítulos son ya un muro que hay que superar, aún más con el jefe que espera al final de la sección. Sin embargo, Mossmouth ha equilibrado la dificultad con un poco más potencia para el jugador. Como los pavos, que se pueden convertir en monturas, devolver a un personaje o incluso sirven de rica cena. Como en el anterior, también puedes rescatar a tu cachorro y ganarte un poco de salud extra entre misiones, además de que ahora están en sitios más visibles.

A medida que van pasando las partidas van saliendo a la luz los cambios más sutiles. Hay varios tipos de montura nuevas con los que moverse de otras formas por los mundos, aunque cada uno tiene sus riesgos. Otro ejemplo son las salas secretas que pueden enlazar niveles a través de puertas ocultas, pero que tienen unas trampas de cuidado. Porque en Spelunky 2 aparecen en pantalla muchas más cosas de las obvias y hay que fijarse bien para verlas. También en tu inventario, porque muchas de las cosas que llevas encima no revelan su verdadera utilidad hasta que das con ella tras mucho probar. Es cierto que esta es una de las gracias de esta serie, pero hay veces que abusa del oscurantismo, pues con un par de indicaciones más se podrían haber evitado muchas dramas. Y esta es mi mayor queja, dicha queda.

Quería diferenciar entre este primer mundo y lo que viene después porque la cosa cambia mucho. Hasta aquí estás es una versión modernizada de Spelunky, pero después llega un mundo con caminos que se abren y lo mismo te llevan a una selva o a Volcana para explorar la física de fluidos. Las situaciones van cambiando, no así la importancia de ir con mil ojos e idear estrategias para no perder vida y mucho menor morir. Es una rutina que engancha mucho.

Por si fuera poco, esto no es es una aventura para jugadores solitarios. Han ampliado el multijugador con un par de modos configurables que son ideales para pasar la tarde en el sofá. Jugar contra bots es lo contrario de divertirse, pero al menos eché el rato en el modo arena. Es muy distinto al cooperativo, que hay que tomárselo más en serio y que destaca por los fantasmas en los que se convierten los muertos hasta que alguien encuentra un ataúd. Funciona muy bien y la llegada del online le debe sentar muy bien.

Spelunky 2 viene con la cantidad justa de innovación para que la vieja fórmula se note renovada, pero conserva todo lo que lo hacía especial justo donde debe. Sobre ese gameplay han dibujado un montón de contenido para ir descubriendo vida a vida, aunque con un poco más de claridad se hubieran quedado menos cadáveres por el camino. Que no sea inconveniente para estar ante, en mi opinión, uno de los juegos del año y, sin duda, uno de los mejores roguelike de todos los tiempos. Su dificultad bestial es el muro a escalar, pero el ejercicio y el esfuerzo dejan una grata sensación en el cuerpo y en la mente.