Análisis de Strikers Edge

No podemos perder esos grandes momentos multijugador en el salón de casa, entre un grupo de amigos o familiares compitiendo delante de la misma pantalla. Al contrario, podría decirse que hacen falta más. Por suerte, en los últimos años se está recuperando el concepto de juego local tras una época de sequía, sobre todo gracias a los estudios independientes, que nos han dejado propuestas como TowerFall Ascension, Gang Beasts u Overcooked. Aquí tenemos un nuevo intento de sumarse a la lista de los mejores juegos multijugador local caóticos. Veamos si cumple.

Strikers Edge parece, a primera vista, que tiene lo que tuvieron los citamos anteriormente para triunfar como lo han hecho. Es simple, es fácil de entender y a la gente inexperta le cuesta poco pillarle el truco. Es, básicamente, balón prisionero, pero con armas. Si te pones a pensar, o incluso si te lo imaginas en un mundo real sin dolor, hasta apetece.

Cada jugador se queda con una mitad de la pantalla y también del escenario y desde ahí se dedica a lanzar armas al rival hasta que el último de sus personajes caiga. En este proceso interceden una serie de mecánicas que buscan evitar que sea excesivamente simple y repetitivo. Una diferencia con el juego tradicional es que no hay que ser conservador con los lanzamientos, al contrario, hay que estar tirando constantemente para meter presión al rival. Así que la gracia no está tanto en acertar sino es esquivar o en bloquear sus proyectiles con maestría.

Dicho esto, no hay nada más. El resto son algunos modificadores a tener en cuenta como barriles explosivos a ambos lados de la pista, que pueden variar la situación en un momento. Y ya está, es tan simple que por muy entretenido que sea le falta la interacción que requiere para que la sensación dure un poco más. Es cierto que hay ocho tipos de personajes distintos con habilidades y estilos diferentes, pero como jugador sigue siendo lo mismo, machacar el botón y esquivar. No es solo su mecánica lo que está simplificado para que todo sea más intenso, también lo manifiesta en su presentación.

Por suerte, al juego no le falta ese encanto que te hacer siempre poner mejor cara. Tanto el estilo visual como la música de acompañamiento tienen su punto. Gráficamente, Strikers Edge toma elementos de TowerFall y los pone a su manera, con un estilo píxel elegante y familiar. También ayuda mucho que haya tanta diferencia entre localizaciones, porque de pronto estás en un bosque y al momento estás en un avión. La banda sonora, por su parte, ayuda a darle un toque que recuerda al manga a cada partida.

Hay un toque especial que se va un poco más allá de su estilo arcade y lo acerca más a los juegos de lucha que son las "campañas" de cada personaje. Hay que ponerlo entre comillas porque tan solo consiste en enfrentarse al resto de personajes en duelos sucesivos, sin una mínima línea de texto. No es, por tanto, un modo historia al uso, así que la diversión sigue recayendo en lo que exprimas el multijugador, ya sea local u online, que también cuenta con él. En este caso, además del uno contra uno, también hay un dos contra dos que se vuelve demasiado caótico e impredecible.

La idea sobre la que se levanta Strikers Edge es ingeniosa. Aún más, hay que decir que funciona bien prácticamente todo el tiempo. E incluso está bien armada sobre un diseño atractivo. Lo que pasa es que le falta ese entretenimiento genuino que sí consiguen ofrecer los mejores juegos del género, y eso hace que pase a ser una segunda opción, o quizá a ser una opción muy poco utilizada. Le falta ese "más y más" que necesitan los juegos de acción rápida que quieren convertirse en los reyes del multijugador.