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Sunset Overdrive

Sunset Overdrive - impresión final

En el mundo abierto de Sunset City disparas armas que son una locura contra mutantes producto de una bebida energética, todo deslizándote sobre tus deportivas molonas.

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Vaya un churro de curro que te has echado. La gente te tira las latas a la cabeza, y cuando las intentas colar en el contenedor, rebotan y se salen. Además, tienes que lidiar con grandes multitudes que no dejan de bailar al ritmo del techno más machacón y 'untz-untz' que existe. ¿Puede dar más asco este trabajo? Por supuesto, cuando veinte minutos después toda esa gente se convierte en mutantes. Mutantes que te persiguen de inmediato. Bueno, al menos puedes dar por terminado tu trabajo y asumir que acabas de conseguir un nuevo empleo. Porque Sunset City está siendo absorbida por el caos. ¿Y de dónde sale todo esto? Pues resulta que a la despreciable marca Fizzco no le ha salido nada bien la mezcla de su techno-bebida Overcharge Delirium XT. Todos sus clientes habituales, junto a los habitantes de gran parte de la ciudad, son ahora mutantes.

Pero todavía quedan unas cuantas personas normales, evidentemente correteando por ahí. Un pensionista llamado Walter nos salva por los pelos, acertando con precisos disparos de su rifle automático. Es el que nos guía por la ciudad. El viejo, de barba gris, nos pone en contacto con Floyd, cuya tienda es el primer lugar para recibir misiones en Sunset Overdrive. Pero aún más importante es que Floyd también sabe cocinar amplificadores en un horno que tiene en frente de la tienda. Estos amplis aportan funciones extra a nuestras habilidades, y también se pueden instalar en las ranuras de las armas.

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Armas. Sin duda, la palabra más importante en esta nueva experiencia exclusiva para Xbox One. Hay un buen puñado, y las pocas que hemos probado son, como esperábamos, buen ejemplo de la locura que 'sufren' los desarrolladores de Insomniac Games desde hace años. Si les colocas estos amplificadores, la máquina lanzadora de discos de vinilo que ya era una completa ida de olla se ve mejorada con electricidad. Un lanzagranadas con osito de peluche se hace aún más explosivo. Y que la escopeta parezca un pene gigante con huevos hinchados es algo que sólo encajaría perfectamente en un arsenal tan desternillante como este, ideal para liarse a tiros en un entorno para nada bélico y gris, sino brillante y colorido. Los amplis también se pueden poner de vez en cuando en los ataques cuerpo a cuerpo, para que lleven guarnición de fuego, o usarlos para liberar funciones raseras, para por ejemplo lanzar sobre un grupo de enemigos.

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El acertadísimo estilo artístico escogido para el juego convence desde las vistas generales hasta los pequeños detalles. Los gráficos de dibujos animados con un acabado algo 'cel-shaded' va perfectamente a juego con los monstruos mutantes que gotean jugo naranja o que saltan en trocitos cuando explotan. Aparte de la gran ración de infantería, entre horda y horda hay que enfrentarse a jefes de zona más duros, o eliminar a mutantes concretos. En esencia, el sistema de juego consiste en dos prácticas bien definidas: por un lado, 'grindar' de forma infinita sobre raíles, siguiendo líneas de corriente y otros elementos como si fuera Tony Hawk o Jet Set Radio. Por otro, una genial espiral de tiroteos entre Ratchet & Clank y Left 4 Dead. Hay que aprender rápido cómo moverse por el escenario y deslizarse sobre los raíles y mecanismos, porque cuando te quedas parado, todo tiene mucha menos gracia y termina demasiado pronto en una muerte fatal.

Para seguir coleccionando armas, se pueden conseguir o comprar. Un tipo llamado Two-Hat-Jack vende por ejemplo escopetas, munición... y de paso DLC que todavía no han anunciado. Las latas de Overcharge recogidas por el camino, que las sueltan los enemigos cuando mueren, sirven de moneda para comprar estas armas, pero también ropa para el protagonista. Esto incluye pantalones, camisetas y hasta unas Vans auténticas para 'grindar' con estilo. Es la única marca real empleada en el juego, pero está implementada de una forma tan poco intrusiva que casi no te das cuenta y no creemos que moleste ni resulte un ardid publicitario metido con calzador. Además, un desarrollador nos contó que no hubo dinero de por medio, sino que la inclusión de Vans es más bien una colaboración entre colegas.

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Al final, como pasa con el skating, para triunfar en Sunset Overdrive tienes que hacer todo esto con estilo. Sólo marcando un buen estilazo puedes ir sacando los amplificadores, que a su vez se dividen en cuatro niveles. Se van abriendo conforme vas llenando el contador de estilo. Y para que no deje de sumar, no debes dejar de moverte. Salta, 'grinda', dispara, y hazlo en todos los lugares y de todas las formas posibles. Pero los amplis no caen del cielo, sino que además tienes que suministrarle materiales a Floyd para que te los fabrique. Zapatillas de skate malolientes, papel del water, globos de helio, señales de neón o cámaras de vigilancia esperan en Sunset City que los recojas, para luego terminar en el horno de Floyd.

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En el juego final encontraremos, como pasa en los títulos de mundo abierto, las misiones de la historia principal y una serie de desafíos adicionales secundarios. Todo sugiere desmadre, risas y locura. Después de echar sobre una hora, por ejemplo, salvamos a un empollón llamado Sam de la horda de mutantes. Se esconde con otros sabelotodo en una pizzeria, entre tragaperras y comida basura. Sus 'colegas' solo se comunican con mensajes cortos de texto por el móvil, por lo que Sam nos pide que los "liberemos". Para ello, hace falta comprar la carísima agua Bora Bora y dársela al hijo de un astronauta, porque es lo único que bebe. Por desgracia, la fábrica está completamente inundada, por lo que primero toca secarla...

Sin embargo, también se hace difícil por ahora calcular cuánto será capaz de mantenernos de risas y buen rollo Sunset Overdrive cuando llevemos unas cuantas horas más. Pero en los menús vemos muchas franjas vacías y una larga lista de desafíos, por lo que a nivel de contenido no parece que vaya a quedar corto. Quien encuentre un fotomatón en el juego, también puede apuntarse al multijugador cooperativo para hasta ocho personas. Se llama Night Defense y propone oleadas de enemigos que hay que repeler mientras se desata todo el caos posible. Esto aporta más latas y dinero para la cuenta del juego en solitario, así que echar partidas multiplayer sirve para avanzar en single player.

Sunset Overdrive no es un juego cuya belleza sea accesible para todo el mundo de forma inmediata. Los cómics y el estilo 'cel-shading' no son para todos los públicos, pero conmigo dan en el clavo. Me encanta su estilo punk, su paleta de colores consistente y la absurda premisa de juego. Y también me gusta el valor de Microsoft para hacer un juego que no sigue la fórmula típica del éxito. Si tienes una Xbox One y buscas acción, deberías probarlo en un mes y algo. Para entonces esperamos ofrecerte su análisis.

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ANÁLISIS. Autor: Gillen McAllister

"Este título tiene mucho en común con Jet Set Radio y con Crazy Taxi, pero añade el cuidado y los elementos que se esperan de un juego de hoy en día".



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