Análisis de Vikings: Wolves of Midgard

Vikings: Wolves of Midgard es un RPG hack-n 'slash de acción del desarrollador eslovaco Games Farm y, tal y como sugiere el título, el juego tiene como tema central la mitología nórdica. No obstante, esto no quiere decir que estaremos subiendo y bajando picos nevados de montañas todo el tiempo; los paisajes que presenta Vikings son sorprendentemente versátiles. Desde playas soleadas a minas de hierro brillante, podrás explorar un montón de lugares diferentes e inesperados.

La campaña contiene alrededor de 30 niveles, y los puedes pasar en solitario o con amigos en el modo cooperativo (aunque, lamentablemente, no es posible localmente, y eso que aquí el cooperativo es muy potente). Dado que las áreas están diseñadas para un nivel de jugador en particular, definitivamente vale la pena volver a las misiones terminadas después de un tiempo para de recopilar experiencia, oro y recursos. Con los recursos que encontrarás a lo largo del camino podrás construir una aldea central y beneficiarte de algunos bonus diversos.

Algunos podrían decir que los dungeon crawlers no pueden contar historias profundas y, en el caso de Vikings: Wolves of Midgard, puede que sea verdad. En este juego tenemos que reunir aliados fuertes con el fin de proteger al mundo de Ragnarök, pero la escena épica sólo se utiliza como un elemento narrativo y el juego no hace mucho para transmitir la historia. Un problema mucho mayor es el protagonista. El personaje principal es un poco desagradable, en nuestra opinión arrogante, y nos pareció difícil establecer cualquier tipo de vínculo emocional con él.

Como era de esperar, los monstruos dejan equipos y armas que podemos utilizar para equipar a nuestro personaje para batallas venideras, y este equipo determina nuestras habilidades disponibles, cada uno de los cinco conjuntos de armas cuenta con su propio árbol de habilidad. A diferencia de otros títulos de hack 'n' slash, el sistema de combate de Vikings es una combinación de enfriamiento y resistencia, forzándote a manejar tus niveles de agresión. Sin embargo, esto sólo es realmente importante cuando avances bastante. Además, los tiempos de enfriamiento nos resultaron excesivamente largos, algo que nos pareció que no encajaba muy bien con el estilo del juego. Habiendo dicho todo eso, Vikings se vuelve mucho más agradable cuando tu héroe se vuelve lo suficientemente fuerte hasta el punto en el que no tienes que preocuparte demasiado por las habilidades.

Vikings: Wolves of Midgard tiene su propio estilo visual: la llamada característica de exposición, y esto refleja la condición de tu personaje. Durante los primeros niveles aparece un efecto de frío lentamente en la pantalla porque nuestro héroe no tiene ropa de abrigo. Para evitar esto tenemos que encontrar lugares cálidos como cuevas y fogatas donde podamos descongelarlo, y esta mecánica se expande de diferentes maneras más adelante, pero sigue funcionando de acuerdo con este principio. También vale la pena señalar que cuando la barra de exposición está completamente llena, sufrirás daños con el tiempo.

El esquema de control está algo sobrecargado, lo cual es una pena para este tipo de juego. Puedes intercambiar los dos conjuntos de armas con bastante facilidad y utilizar el stick derecho para escapar del peligro, pero eso significa que el stick izquierdo se encarga tanto del movimiento como de apuntar las habilidades, lo que puede dar lugar a alguna equivocación. En varias ocasiones fuimos en la dirección errónea o perdimos contra oponentes como resultado de esta configuración. Sin embargo, si se te gusta mucho este estilo de juegos, es probable que se te dé muy bien.

Algunos niveles también cuentan con elementos de puzles, con cuevas y tumbas guardadas por runas o interruptores para evitar que entren aventureros curiosos. Es algo interesante y refrescante, pero la falta de pistas nos frustró más de una vez. En una ocasión nos topamos con una cerradura delante de un objetivo de misión, y nos quedamos estancados durante más de dos horas delante de un acertijo. Tal vez la culpa sea nuestra, pero incluso después de la finalización del puzle, no vimos ningún tipo de relación entre la pista y la solución.

A pesar de las similitudes obvias entre Vikings: Wolves of Midgard y Diablo III, no tienen nada que ver con el clásico moderno de Blizzard. No nos malinterpretéis, las mecánicas están bien y podréis pasar un buen rato, pero le faltaba un algo que lo hubiese hecho especial. Básicamente, una vez que alcances el nivel máximo, no hay razón para volver a jugar.

Vikings: Wolves of Midgard araña punto a punto su nota. Además de la falta de claridad en los elementos en los puzles (que, admitimos, podría ser nuestra culpa), el juego tiene algunos defectos más obvios. Aunque ofrece algunos momentos fantásticos, son desafortunadamente pocos y muy distantes entre sí. El juego tiene ideas frescas y algunas buenas batallas de jefe, y nos presenta a nuevos enemigos y áreas con una regularidad impresionante. El modo cooperativo es, sin duda, bastante divertido, pero como experiencia de un solo jugador no alcanza los máximos necesarios para crear un impacto instantáneo. Quizás sí lo consiga con los fans del género, pero tal vez no un clásico instantáneo que trasciende el nicho ARPG.