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Watch Dogs 2

Watch Dogs 2 - impresión final

Ubisoft se ha puesto las pilas para que esta secuela mejore todos los fallos del original. Se nota al primer contacto.

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Ubisoft escucha las críticas, eso es algo que hay que reconocer. El primer Assassin's Creed estaba repleto de buenas ideas pero la estructura general era repetitiva y tediosa. Se estudió, se asimiló, y se ahí nació un Assassin's Creed II que respetaba al original pero lo mejoraba en todo, e incluso Ezio Auditore ha pasado a la historia de los videojuegos con un personaje profundo, enriquecido y con un buen repertorio de capacidades. Algo pareció ocurrió con el primer Watch Dogs, que sedujo al mundo con su concepto (y sus tráilers) y repartió decepciones después a partes iguales. Ni su personaje gustó ni su jugabilidad enganchó. Por suerte, parece que en esta secuela han aprendido la lección otra vez.

Es cierto que el original no era tan mal juego, que fue una víctima de su propio hype. Pero al menos vendió bien y creó una marca que puede tener recorrido, y eso ha servido para que Ubi prefiera volver a intentarlo antes de enterrarlo el fondo de un cajón. Pero en vez de hacerlo con una secuela rápida y repetitiva, se ha visto en la obligación de replantearlo todo, tanto el juego como su papel como editora. Ni más retrasos decepcionantes, ni más vídeos que mostrasen más de lo que realmente es y cómo se juega.

Partiendo de estas expectativas reales hemos estados dos horas jugando a Watch Dogs 2. Lo primero que nos ha llamado la atención, y es una buena señal, es comprobar que los desarrolladores están contentos con el resultado. Por eso no estaban constantemente interrumpiéndonos o explicándonos, tan solo nos soltaron ahí para que aprendiéramos a partir de nuestros propios errores y aciertos. La primera persona que conoces en el juego es Marcus, el joven protagonista que toma el papel de Aiden Pearce, que no es el mejor ejemplo a seguir. Nos ha transmitido una buena impresión, aunque no está claro si es porque es bueno o sencillamente porque supera a su predecesor.

Había un miedo a que el guión del juego fuese muy infantilizado dada la selección de personajes, o más bien, "adolescentizado", como ocurría con Life is Strange (bien encajado). Es decir, escrito por adultos tratando de ser molones. Pero afortunadamente no es así, y se ha quedado en un diálogo ingenioso y a veces interesante. Incluso hubo una ocasión en la que paramos el coche para terminar de escuchar una conversación entera.

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El sistema de movimiento también está mucho más conseguido. Marcus puede dar vueltas o saltar por encima de los obstáculos con mucha agilidad. Seguro que recordáis el cambio de los horroroso paseos a caballo por Siria a las fluidas carreras por los tejados de Florencia, pues algo parecido ha ocurrido en esta joven saga. Es muy fácil controlar al personaje, porque solo tienes que pulsar R2 cuando vas corriendo y te enfrentas a un obstáculo para que lo supere de la forma que considera más oportuna. Su forma de combatir y de correr pegan y además aportan a esa actitud rebelde. No aguanta las mierdas de nadie y siempre hace una peineta al pasar delante del edificio de las malvadas multinacionales. Con Pierce se hacía raro pasar corriendo entre 17 personas para llegar a la fiesta de cumpleaños de tu sobrino y no quedarte pensando que todas ellas te consideraban un asesino en serie, porque el personsaje real y el de las escenas de vídeo no era el mismo. Marcus, sin embargo, está encantado con el caos, y no le verás pedir disculpas por liarla. Pero eso no es lo único que les diferencia.

Nuestro joven revolucionario también tiene acceso a muchos más juguetes y aquí se nos vienen a la cabeza rápidamente los drones y ese vehículo de un palmo de altura. El dron es perfecto para ir revisando desde las alturas las zonas en las que te vas a tener que escabullir y dejar marcada la posición de los enemigos, ya sea con un plano elevado o colándote por las ventanas. Incluso puede dejar caer algunas bombas. Cuando ha terminado su trabajo es el momento de sacar a su par, porque en la mayoría de las casas hay rejillas de ventilación esperando la llegada de este hacker articulado. Entre los dos nos han permitido hackear una casa y salir con todo lo que necesitábamos sin tener que entrar en ella personalmente.

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Watch Dogs 2 nunca se preocupó de cómo jugábamos o de lo que estábamos haciendo. Al menos en esta demo, podíamos dispersarnos tanto como quisiéramos con lo que quisiéramos o cambiar la forma de hacer las cosas cuando nos apeteciera. Siempre nos ha permitido adaptarnos a la situación de la forma más conveniente, ya fuera optando por el sigilo total o por ir a lo bruto cuando fuera posible. Hay que reconocer que nos pillaron casi en todos los intentos de colarnos en un edificio, pero no era demasiado problemático: cambiábamos de arma y tratábamos de hackear todos los elementos explosivos del lugar.

Algo que no nos ha gustado ha sido la conducción de las motos. Los coches sí tienen el comportamiento que se puede esperar de ellos en cuanto a relación de físicas y pesos, pero las motos se comportaban como bicis. Si logras saltar te pasas tanto tiempo en el aire que parece que la gravedad está de vacaciones. El resto de vehículos están más logrados, pero no esperes que tenga esa finura que ha logrado Rockstar con GTA V. Te sirven para ir del punto A al punto B, porque lo divertido no está dentro de ellos, está fuera.

Todavía no sabemos si dentro de diez años nos acordaremos de Marcus como nos acordamos de Ezio, pero aunque no llegue a esas cotas de amor y respeto, estamos convencidos de que va a ser un buen antihéroe. Como era de esperar, esta recreación de San Francisco está repleta de actividades, pero lo bueno es que en estas dos horas no hemos tenido sensación de que sean repetitivas. La parte de infiltración nos sorprendió por su calidad, el diálogo es divertido, y los aparatos electrónicos son pastelitos esperando a que les hinques el diente. Ubisoft ha escuchado las críticas y se ha puesto las pilas para introducir cambios con la intención de que Watch Dogs 2 sea capaz de repetir aquella evolución que vimos hace diez años. En noviembre podremos juzgarlo.

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